Capítulo 44

91.4K 5K 234
                                    

Charlotte's POV

— Bien, ¿qué es lo que ocurre? —pregunta Stefan ansioso aun confundido.

Sé que estoy haciendo de esto un gran problema, pero aún así no deja de ser importante para mí. Quizás sí, no debí enfocar mi enojo en mi bestia y lograr así preocuparlo, pero de todas formas es algo que me mantiene inquieta.

— Dulzura, no importa que tan insignificantes problemas tengas, debes confiar en mí y contar conmigo —dice Stefan, tomando mi mano delicadamente.

Allí está mi bestia, adivinando lo que pasa por mi cabeza. No sé que hice en la vida para merecer a este hombre.

— Debo componer una canción y no tengo inspiración —confieso avergonzada ya que dicho en voz alta suena tan estúpido el problema.

Dios, me siento tan tonta.

Stefan sonríe casi aliviado y atrae mi mano a su boca para dejar un suave beso en el dorso de esta.

— ¿Me enseñas a tocar el piano? —pregunta con una sonrisa enorme en su rostro. 

Asiento embobada por el resplandor de la misma y me levanto para guiarlo a mi piano, frente al gran ventanal de mi apartamento.

— Es un instrumento delicado, siempre debe ser tocado con suavidad y veneración, casi con amor —digo tomando asiento frente al piano, Stefan me imita sin quitar sus ojos de mi.

Tomo su mano y la poso en unas teclas haciendo presión en sus dedos para que el sonido salga a la luz.

— ¿Así? —susurra Stefan, observando casi absorto el movimiento de sus manos.

Mis ojos no podrían observar una imagen mejor que la sonrisa de costado de Stefan, viendo sus dedos llenos de tinta moverse por las distintas teclas. Sus ojos vuelvan hacia ambas manos tratando de captar cada movimiento posible.

— Sí, lo haces genial —susurro sin dejar de ver su emoción reflejada en su rostro.

Levanto mi mano y dejo que mis dedos acaricien delicadamente su mejilla, el borde de sus labios para luego bajar hasta su cuello y nuca.

— Tengo una buena maestra —dice viéndome de soslayo. Suelto una risa por lo bajo y vuelvo mi vista al teclado—. Una muy linda —susurra sin verme.

Suelto una carcajada y toco una melodía sin fin alguno, simplemente para demostrar lo que sé al hombre a mi lado. Pero comienzo a concentrarme realmente cuando empieza a tener sentido para mí. Letras y rimas aparecen en mi cabeza, mientras ahora toco más concentrada. Siento a Stefan levantarse, besar mi cabeza y sonreír aún con su boca apoyada en mi frente.

— Mi trabajo aquí está hecho —susurra y voltea.

— ¿Ah? —balbuceo perdida y concentrada en mi trabajo.

— Te he servido de musa —dice burlón y se marcha.

Sonrío de lado viendo su espalda llena de tinta marcharse hacia la cocina.

— Debes estar en la cama, aún no es seguro que estés dando vuelta por la casa —digo mientras escribo en un papel cualquiera.

— Alguien tiene que alimentarnos, dulzura —exclama desde, creo, la cocina. 

Suelto una carcajada y niego con la cabeza.

— ¿Qué te parece si yo cocino y tú tomas asiento frente a mí, aquí? —cuestiono, sin dejar de tocar el piano, tarareando en voz baja.

— No, nena, tú tienes inspiración y debes aprovecharla —besa mi frente y pasa por mi lado para tomar su teléfono.

— ¿Sabías que te amo? —cuestiono girando la cara a verlo con una media sonrisa adorable en mi rostro. 

Mi Dulce Destrucción |  Próximamente En Físico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora