Capítulo 23

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Para mejorar el día, al instante en que toco un pie dentro de mi casa escucho la voz de mi madre gritar desde el patio trasero.

— En tu habitación está el vestido para esta noche.

Contengo la necesidad de gritarle y me limito a asentir en respuesta. Subo las escaleras de dos en dos hasta llegar a mi cuarto, cierro con pestillo, me despojo de mi ropa, pongo encima de mi cuerpo la bata blanca de seda y camino hacia mi baño para encender el grifo y dejar que el agua tibia llene la tina. Salgo del baño y observo el vestido de encaje azul Francia.

Ruedo los ojos, mi madre tiene buen gusto.

Vuelvo al baño, enciendo agua caliente y tarareo una canción mientras busco aceite de rosas para luego dejar caer varias gotas en el agua. Cierro el grifo, me quito la bata y me dispongo a disfrutar de mi relajante baño. Pongo mascarilla en mi rostro y masajeo. Luego, dejo caer mi cabeza hacia atrás y respiro hondo. Cierro los ojos y aparecen sus ojos.

— Dios no —susurro frunciendo el ceño.

Pero sólo aparece él. Sus ojos observándome, su sonrisa, el sonido de su risa ¡Oh Dios, qué bonita melodía! Sus músculos brazos tatuados, su formada espalda con tatuajes. Sus tatuajes son realmente llamativos, tiene uno que abarca todo el hombro derecho, omoplato y parte de la espalda unidos por un diseño tribal que finaliza en el pecho donde un muy orgulloso lobo de pelaje gris y ojos celestes se observa tenebroso. En la mano de ese mismo brazo tiene tatuado en los dedos FREE. En su brazo izquierdo dos franjas negras del mismo grosor, en el antebrazo tiene una brújula negra.

¡Tengo que dejar de pensar en él!

Me incorporo de la bañera, tomo una toalla de algodón blanco y seco mi cuerpo, me envuelvo y camino a la cama para pasar crema por mis brazos y piernas. Me fundo en ropa interior de encaje, camino a la percha que tiene colgado mi vestido y me lo pongo cuidadosamente. Me observo en el espejo y realmente me gusta.

El vestido azul se aprieta en mis curvas dando un toque sensual, de ambas esquinas inferiores del escote salen dos finas tiras de seda azul que se dirigen hacia atrás en forma de X para terminar en la zona baja de la espalda donde termina el nombre de la misma. Con unos zapatos de tacón azul, algo de maquillaje y cabello liso, estoy lista. Perfumo detrás de mis orejas, algo en mi cuello y por último en ambas muñecas.

Salgo de la habitación y bajo las escaleras, encontrándome con medio mundo en la sala, todos vestidos de gala con copas de champagne en sus manos y de fondo música clásica.

Cuando es tu cumpleaños, se espera globos, gente felicitando por un año más, comida familiar, sonrisas, regalos y una fiesta con todos tus amigos.

¿Qué obtengo yo?

Una fiesta superficial con personas superficiales, saludos tan falsos como las uñas de postizas de mi madre, regalos costosos que pienso vender y utilizar ese dinero en algo más productivo. La verdad es que mi cumpleaños dejó de ser un día para festejar, cuando mi madre lo utilizaba para reunir a todos sus socios para beber sin sentido alguno, regodeándose en enseñar su fortuna y su perfecta familia.

— Feliz cumpleaños Charlotte —me saluda una amiga de mi madre. Le sonrío por cortesía mientras acepto el regalo envuelto en papel de seda, tan absurdo.

Camino hacia la entrada esperando a mis dos mejores amigos. Dijeron que estarían ni bien comience el evento pero han pasado dos horas y no hay señal de ellos.

— Pequeña —mi hermano me tapa los ojos desde atrás.

— Sé que eres tú Alek, no tienes que tapar mis ojos si ya escuché tu voz —digo riendo, volteo a verlo y me extiende un papel. Ceñuda lo tomo y leo confundida.

Mi Dulce Destrucción |  Próximamente En Físico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora