Capítulo 14

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Veo a Charlotte refunfuñar y dirigirse al baño, se agacha para buscar la caja de medicamentos, dándome una muy buena vista de su... ¡Concéntrate!

Vuelve con una botella de alcohol y algodón. Da una primera repasada a los golpes en mi rostro y luego hunde el algodón en la herida y sopla inmediatamente al ver mi mueca fingida de dolor. Mis ojos no abandonan su rostro, es tan adictivo verla. Tiene un aire de niña y un rostro de mujer, una bella mujer.

Fue eso lo que tanto me gustó, una niña que no tuvo miedo en enfrentarme como lo hizo la primera vez.

— Si no te gusta medicina ¿por qué no cambias de carrera? —pregunto interesado.

— No quiero decepcionar a mis padres —responde entre dientes. Miente—. ¿Cuántos tatuajes tienes? —pregunta con el ceño fruncido, concentrada. Casi quiero sonreír ante su pobre intento de cambiar de tema.

—Tal vez diez, no lo sé. Dejé de contarlos —me encojo de hombros, sin quitar mis ojos de sus facciones.

Dios, es realmente muy bonita.

— ¿Alguna vez pensaste en hacerte uno? —pregunto interesado, se encoje de hombros–. ¿Qué te harías?

— Unas golondrinas, me gusta lo libre que son —sonríe y yo frunzo el ceño. Dicen que nos tatuamos lo que sentimos, lo que nos falta, para llenar un hueco vacío, y luego están los tontos que lo hacen por simple moda.

— ¿Dónde? —hace una mueca pensativa, la cual creo es adorable.

— No lo sé —me observa ceñuda—. ¿Dónde podría ser?

Estiro mi mano hasta tocar con las yemas de mis dedos su cuello y bajo muy lentamente hasta su clavícula. Vuelvo mis ojos a los suyos, me observa profundamente, me inclino de a poco y su boca de entreabre.

— Solo bésame si quieres, Charlotte, no voy a negarme.

— ¡Ya vámonos! —nos separamos de golpe ante el grito que soltó Alek en la puerta.

Charlotte asiente, rápidamente guarda todo que usó y sale del cuarto. Aún en mi lugar, observo a Alek, que me mira confundido.

— ¿Qué ocurrió? —frunzo el ceño en respuesta.

Hubiera ocurrido más de ser por ti, me contengo de decir.

(...)

El jodido pitido del teléfono sonando irrumpe mi profundo sueño. Lo tomo de un golpe, cerrando los ojos fuertemente debido a la luz solar que entra por mi ventanal.

¿Qué? —gruño en saludo.

A mi me hablas bien, bestia —esa es la única voz que podría hacerme sonreír aún en éstos momento.

¿Qué ocurre, princesita? —cuestiono divertido.

¿Duermes? No puedo creerlo —masculla entre dientes

Anoche tuve una pelea y también algo de diversión, claro que duermo —refunfuño recordando que ella no fue al bar con nosotros, la pasé mal. Sorprendentemente, la pasé mal.

Te quiero arriba en menos de diez minutos, te pasaré a buscar para ir a la sesión de fotos —y cuelga.

Observo ceñudo el teléfono para a duras penas levantarme. La sesión de fotos, casi olvido esa pérdida de tiempo. Podría simplemente decir que no pero eso significa enfrentar la furia de esa pequeña pelinegra y perder horas de su compañía.

Luego de vestirme y desayunar, el timbre suena. Sonrío mientras camino hacia la puerta pero cuando estoy a punto de abrir me pongo mis gafas y vuelvo a mi rostro mal humorado. No puedo dejar que vea lo que produce en mí. Mucho menos cuando ni siquiera yo sé exactamente lo que produce en mí.

Mi Dulce Destrucción |  Próximamente En Físico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora