Capítulo 65

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Charlotte Woods

Dejo escapar un suspiro y volteo a ver el paisaje de la ventanilla mientras abrazo más a mi hijo a mí. Stefan está frente a mí viéndome con una sonrisa de lado, una que está comenzando a ablandarme pero que jamás admitiré.

Hoy por fin van a dejarme ir a casa, claro que bajo estrictos cuidados y consultas cada semana. Me siento mejor, los primeros días el dolor de cabeza me debilitaba a tal punto de devolver lo poco que mi cuerpo aceptaba. Bajé varios kilos, kilos que debo recuperar si quiero volver a tener la vitalidad de siempre. En el televisor del cuarto puedo ver los programas de farándulas que hablan de mí despertar del coma, muchos especulan fríamente mi situación y otros se lamentan. De todas formas, ambos hablan sin saber.

Stefan se encuentra tranquilo y sonriente tras la propuesta y mi negativa respuesta. Sé que quizás en un impulso y miedo de volver a perderme me propuso matrimonio, éstos meses sin mi pudo haber causado algo en él pero hay que considerar que yo la pasé mal y no hablo del coma, sino de su cambio de actitud de hace un tiempo.

— Es hora de irnos, dulzura.

Asiento y me levanto dificultosamente de la camilla. Gracias a la terapista mis piernas volvieron a funcionar como debían haberlo hecho, cuesta un poco pero nada imposible.

La enfermera insiste en llevarme hasta la salida en silla de ruedas y yo no me opongo al sentir dolor en mis pies. Los doctores, algunos practicantes y varias enfermeras se acercan a saludarme muy alegremente. A muchas personas no recuerdo pero de todas formas les sonrío feliz por salir de aquí. Ya quiero estar en casa con mi bebé.

— Bien Charlotte, ya sabes cómo serán las cosas. Espero no verte por aquí si no es para las terapias.

Sonrío al doctor y Stefan se despide disculpándose como es usual en todos estos días que pasaron. El doctor le quita peso al asunto alegando que él también haría lo mismo por su mujer. Sonrío y desvío la mirada al sentir mis mejillas calentarle.

Stefan me ayuda a entrar al auto, luego de dejar a Cameron en su silla de bebé en la parte de atrás.

— Activa por favor las ventanas —pido al ver que entra en su lado.

Me sonríe con los labios apretados y obedece. Suspiro tranquila y recuesto mi cabeza hacia atrás, disfrutando de la vista de la para nada concurrida carretera. Escucho de fondo en volumen bajo música clásica y eso solo logra tranquilizarme mucho más. Es como si nada hubiera pasado, como si todo fuera como fue antes del accidente. Claro que la peor parte de todo este tiempo se lo llevó mi familia, mientras yo me tomaba unas largas e indefinidas vacaciones en las playas de mi mente.

— Hogar, dulce hogar —murmura, apagando el motor del auto—. Aunque no se sentía un hogar sin ti.

Stefan sale rápidamente, toma a Cam y abre mi puerta ofreciéndome su mano como soporte. Le sonríe de lado y acepto su ayuda. Me sostengo de su brazo para caminar hasta llegar a la casa. Al entrar el primero en saludar es Bestia, mi pequeño can. Me agacho para lograr acariciar su cabeza mientras le hablo en susurros para no despertar a mi hijo. Caminando lentamente por el pasillo me doy cuenta que todo está tal y como lo dejé el día que me fui, incluso las compras de navidad. Frunzo el ceño confundido.

— No he pasado mucho tiempo aquí luego del accidente —murmura levantando algunas cosas que se encontraban esparcidas por la sala.

Entro al cuarto de Cam y lo dejo cuidadosamente en su cuna, acaricio sus crecientes mechones de cabello sin quitar la sonrisa de mi rostro. Con un suspiro me giro y pego un salto al encontrar a Stefan justo detrás de mí. Antes de poder disculparme, toma mi rostro y deja un suave beso en mi frente y cerrando los ojos, recibo su gento de cariño.

Mi Dulce Destrucción |  Próximamente En Físico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora