Capítulo 49

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— No diré que está totalmente recuperada pero si diré que es un milagro que no haya recibido un fuerte impacto. He hablado con los oficiales y el vehículo, que por cierto se largo a la fuga, fue directo hacia el lado de Charlotte. Hasta podría jurar que fue delicadamente planeado. En fin... en cuanto despierte, puede llevarla —dice el doctor. Me entrega un papel—. Espero no verlos nunca más —suelto una risa y se retira con una sonrisa cordial.

Suelto un suspiro profundo y paso mis manos reiteradas veces por mi rostro mientras camino hacia el cuarto donde se encuentra una muy dormida y sedada Charlotte.

— ¿Café? —aparece mi sobrina, entregando un vaso junto con una sonrisa de apoyo pero simplemente niego con la cabeza y camino hasta sentarme junto a Charlotte y sostener firmemente su mano.

— No me gusta el café —respondo sin quitar mi vista de la morena.

— Siempre te veía tomar café con Charlotte —dice extrañada

— Exacto, sólo con ella. Sin ella no soy yo —dejo un casto beso en la palma de su mano sin dejar de verla.

— No exageres Stefan. Ella está bien, está viva y es lo único que importa. Sí, pudo haber sido fatal pero no lo fue. No dejes que esto te haga flaquear, son el uno para el otro.

Sonrío, mi sobrina tiene un corazón tan grande—. Jamás me has llamado tío —comento tratando de aligerar el clima.

Ella sonríe divertida—. Quizás porque nunca te vi como uno.

— Vamos, no era tan malo.

— Siempre actuaste como mi hermano mayor —resopla divertida—. Excepto con Alek.

Asiento dando la razón—. Alek es distinto. Es mi amigo y se supone que debo advertirte de sus andanzas pero sé que contigo es distinto. Son el uno para el otro —imito sus palabras.

Me sonríe, le devuelvo la sonrisa y vuelvo mi vista a mi novia. Es lo más precioso que alguna vez pudo haberse cruzado en mi camino. Su belleza natural, ni siquiera tuvo que esforzarse para llamar mi atención, la tuvo desde el primer momento en mis ojos se posaron en ella. Su forma de ser, tan despreocupada y sencilla, tan linda y humilde. Su enorme corazón, su sonrisa y su forma de completarme hacen que la ame. Ésta es la mujer que amo.

Bajo una mano hacia el bolsillo de mi pantalón, sintiendo la caja cuadrada dentro. Con un suspiro frustrado me levanto y camino hacia el enorme ventanal. Lo arruinaron todo, arruinaron el momento. Pero ahora, estoy aún más firme sobre la importante decisión que acababa de tomar.

— Stefan ¿qué es eso? —señala a mi bolsillo.

Sonrío de lado—. ¿Qué crees?

Sus ojos se abren en forma de plato, sorprendida—. ¿No crees que es muy pronto?

Niego con la cabeza y vuelvo mi mirada al paisaje de la ventana. Jamás es demasiado pronto para estar con ella.

— ¿Ibas a pedirle matrimonio?

Abro los ojos sorprendido y volteo a ver a mi amigo—. Iba a pedirle que se mude conmigo.

Alek se cruza de brazos, desconfiado y levanta una ceja. Resoplo enojado, sacando la caja roja de mis bolsillos, la abro y se los muestro.

— Es tan romántico, Stef —mi amigo ríe asintiendo en apoyo a mi sobrina.

Jamás he sido cariñoso, ni mucho menos romántico pero todo cambia cuando la veo. Quiero ser una mejor persona por ella, quiero ser alguien digno. Bajo mi vista a la caja y sonrío. Iba a arrodillarme y a pedírselo formalmente e incluso había pensado en gritar en medio del restaurant dijo que sí y que todos aplaudieran aunque le estaba pidiendo mudarse conmigo.

Mi Dulce Destrucción |  Próximamente En Físico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora