Capítulo 1

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Mis oídos con ese horrible pitido provocan un fuerte dolor de cabeza, junto a eso se suma un leve mareo que me llega al luchar por llenar mis pulmones de aire, mientras intento fuertemente ignorar las puntadas de dolor en mi diafragma. Y como frutilla del postre, mis piernas comienzan a flaquear. Los síntomas son siempre diferentes pero el dolor es exactamente el mismo e incluso en ocasiones, peor. 

Con mucha fuerza de voluntad logro bajar las últimas escaleras de la entrada, sosteniéndome de cualquier firme estructura que mis manos tocan, hasta que siento una mano en mi cintura que me guía hasta la puerta del acompañante de mi auto. 

—Alek, puedo sola —digo sintiendo mi garganta quemar debido a la acidez gástrica. 

Mi hermano mayor niega frustrado y me conduce con paso firme.

—No creo que puedas cuando ni siquiera puedes mantenerte en pie—gruñe enojado, cerrando la puerta de golpe. 

A mi también me enoja la situación pero no es como si pudiera provocar algo para interrumpir estos horribles sucesos de los que soy víctima varias veces en la semana. 

—Hoy es el ensayo previo a la grabación —gimo adolorida intentando acomodarme correctamente en el asiento. 

—Lo siento, linda, pero no irás —ordena mirándome de reojo. Suspiro frustrada y me dejo caer en el asiento, cerrando mis ojos en busca de un poco de paz de mental. 

—Pero es para la presentación —suplico. Escucho como Alek resopla pero vuelve negar firmemente. Respiro hondo y vuelvo a insistir—: Tengo veintiún años, puedo hacer lo que quiera. Llévame al ensayo, por favor. Prometo que al terminar, regresaré al departamento para recuperarme.

—¿Puedes hacer lo que quieras? ¿O sea qué quieres toda esa mierda que tuviste hace un rato? —brama furioso, observándome fugazmente. Frunzo el ceño al verme pasar la lengua por mis labios y se inclina hasta sacar una botella de agua fresca, la cual sienta como milagro celestial a mi cuerpo. 

—Suficiente. Si vas a llevarme, bien, pero... me tiraré por la puerta —respondo firme. 

Alek me mira incrédulo y casi quiero sonreír porque ambos sabemos que no haré tal locura. Gruñe por lo bajo, apretando levemente sus dedos al volante. Sin embargo, sé que he logrado con mi cometido cuando dobla a la izquierda y sigue el conocido camino que nos dirige a la avenida. Le sonrío abiertamente y aprieto su mano levemente mientas tomo una barra de cereal que siempre hay en mi guantera. 

—Hemos llegado —susurra distraído.  

Baja, rodea el auto y me abre la puerta. Luego, me ayuda a salir y me examina entera. Al ver que el color ha vuelto un poco a mi rostro gracias a la barra de cereal que acababa de consumir. Mi humor decae aún más al ver su rostro triste y taciturno.

—Prometo que algún día todo será diferente —murmuro apretando mi mano en su hombro. Él asiente cabizbajo y para nada convencido. Beso su mejilla fugazmente y camino hasta adentrarme a la sala de ensayo.

El abrir la puerta de la sala provoca un chillido insoportable que advierte mi llegada a todos mis compañeros de baile, pese a esto, la multitud se dispersa simulando que nada ha pasado y que no he llegado tarde. Respiro hondo en busca de paciencia y paseo mi mirada por todo el lugar en busca de mi mejor amiga pero al no tener indicios de su presencia, camino hasta un rincón y luego de atar mi cabello en una cola, comienzo a calentar mis músculos. Intento respirar correctamente para no provocar que mis defensas caigan aún más de lo que ya están. Estoy consciente de que no debería estar aquí, no después de tal suceso vivido hace minutos atrás. Esta es mi vida, esta es mi pasión y nada ni nadie va a impedirme vivirla. 

Mi Dulce Destrucción |  Próximamente En Físico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora