Capítulo 31

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— ¿Qué quieres cenar? —pregunta Stefan, mientras deja las bolsas sobre la mesa de la isla.

Con un suspiro cansado, ayudo en silencio a guardar las compras hasta que me toma de la cintura girándome hacia su pecho.

— ¿Sigues enojada,preciosa? —pregunta divertido.

Sin responder, me suelto fácilmente de sus brazos y vuelvo a girarme para seguir guardando las cosas.

— ¿Por qué específicamente estás enfadada? ¿Por aquella mujer o por lo de Bestia? —dice con el rostro serio pero en tono burlón. Bufo enojada sin dejar mi actividad—. Vamos Charlotte, esto ya no es divertido —dice, ahora sí, seriamente.

— ¡Pues claro que no es divertido, pero tú, señor me divierte todo, lo tomas así! ¡Eres un... tonto! —chillo enojada. Guardo el frasco de café y camino a paso rápido hacia mí bolso.

Tomo mi bolso y camino rápido hasta la habitación de invitados. Pero antes de que llegue siquiera a la habitación elegida, siento unos brazos alzarme por la cintura y elevarme del suelo. Pataleo y lucho por quitarme los brazos de Stefan, pero es imposible.

— ¡Bájame ahora mismo, Stefan Wells! —chillo sin dejar de moverme.

— Puedes estar enojada pero te quiero en mi habitación —dice con una suave voz. Me suelta y rápidamente me alejo de él para luego quitar mi cabello de mis ojos.

— ¿Qué si no quiero? —digo entre dientes. Trato de no inmutarme al verlo avanzar hacia mí, a paso lento y firme.

— Te ataré a mi cama si es necesario —susurra en mi oído. Resoplando, me giro y entro al cuarto de baño, escuchando de fondo su risa, mientras me quito el top negro, quedando en un sostén de encaje negro.

— ¡No le encuentro lo chistoso! —grito desde el baño, suspiro mientras observo mi ceño fruncido desde el espejo y casi pego un salto cuando la puerta se abre de golpe.

Stefan aparece con una enorme sonrisa de costado, al verme se sorprende pero me toma de la cintura y observándome desde el espejo deja un beso en mi cuello.

— Tus ojos dilatados por el enojo, tu ceño fruncido, tu nariz y tus labios arrugados, tus piernas tensas por la ira y tu manos apretadas, eso es lo chistoso —susurra sin quitar sus ojos sobre mí, desde el espejo.

— Quita tus manos de mi —digo entre dientes, enojándome más cuando niega con una sonrisa.

— ¿Crees que lo haría si tú te encuentras así en mi baño? —Repasa lentamente sus ojos por mi cuerpo, quedando más tiempo en el aro de mi ombligo—. Sería casi imposible —finaliza en un susurro.

Con el ceño fruncido, aguanto su mirada penetrante, sin mover siquiera un musculo de mi cuerpo, no soy fácil cuando me enojo. Casi se me escapa una sonrisa cuando escucho el suspiro derrotado de Stefan, me suelta levemente sin dejar de observarme.

— Ella era una mujer que conocí en una de mis peleas y...

— Apuesto a que así lo fue —interrumpo.

— Déjame terminar, Charlotte —asiento y el suspira—. Se insinúo un par de veces, insistió otras pares de veces más pero jamás siquiera respiré en su dirección.

Alargo mi mano hasta meter mis dedos en su bolsillo delantero y saco el papel arrugado con un número y un nombre.

Ajá, esto lo comprueba —digo y golpeo el papel en su pecho.

Abro la puerta del baño y salgo al pasillo hasta dar con el otro baño, me encierro antes de que llegue hasta donde estoy. Suspiro buscando tranquilidad y frunzo el ceño. Jamás he sido una mujer celosa, ni territorial. ¿Qué me pasa?

Al terminar de bañarme, camino rápidamente envuelta en una toalla de Stefan hacia la habitación. Con mis suelto short blancos y una holgada blusa del mismo color, salí descalza hacia la cocina, peinando mi cabello negro.

— No me importa lo que me ofrezcas Bárbara, no me interesa nada de ti —escucho la voz tensa de la bestia.

Al llegar a la sala, lo veo de espalda sentado en el suelo, con Bestia en sus piernas. Sin camiseta, en short y descalzo, además de que también bañado con gotas de agua bajando de su cabello negro hasta su espalda. Mis ojos se pierden en sus tatuajes, en cada uno de ellos, en las gotas que caen lentamente dejando un camino reluciente.

 Mis ojos se pierden en sus tatuajes, en cada uno de ellos, en las gotas que caen lentamente dejando un camino reluciente

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  — Escucha bien lo que te voy a decir porque no lo repetiré, no quiero nada de ti. Tengo novia y planeo tenerla por mucho tiempo —casi exclamó, haciendo que mis bellos se erizaran ante sus palabras mucho tiempo—. Pues bien, haz lo que quieras. No cambiaré a mi princesa por una zorra —tapo mi boca para evitar que una risita escape de ella—. No estoy diciendo que tú lo seas, sólo dije que jamás cambiaría a mi mujer por una zorra pero si el saco te queda —suelto una risa sofocada, provocando que Bestia se entere de mi presencia pero Stefan se encarga de que no salga de su regazo—. No me molestes más, haré lo que sea para que todos se enteren que tengo dueña, adiós —veo su brazo flexionarse cuando deja el teléfono en el suelo.

Sigo escondida entre las penumbras, hasta que la gruesa voz de Stefan me sobresalta.

— Sé que estas allí, preciosa. Aunque no te pueda ver, te puedo sentir —dice aún estando de espaldas a mí.

Suelto un suspiro y camino hasta él, me siento y doblo las piernas en forma de indio quedando de frente. Bestia corre hacia mí y salta a mi pecho, siempre le gustó ese lugar.

 — Canino con suerte —masculla entre dientes. Acaricio a mi cachorro fingiendo no haberlo escuchado.

Una sonrisa quiere escapar pero la contengo. Acaricio a mi perro mientras siento su mirada sobre mi y pienso en que lo acabó de hacer Stefan, lo más dulce que alguien haya hecho por mí. Fue adecuado sí, pero dulce.

***

¡LA BESTIA ES LA COSA MÁS JODIDAMENTE TIERNA QUE HE LEÍDO EN MUCHO TIEMPO! Ah y Stefan tambien JAJAJAJ 

Sé que aman a Stef *insertar corazón* 

Les saluda, Sunshine.



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