Capítulo 61

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Siento como si mi alma no habitara mi cuerpo, como si mi corazón ya no latiera, como si mi estómago fuera pisoteado por un par de elefantes. Siento miedo.

Sostengo aún más fuerte a mi hijo en mis brazos, lamentándome al ver pequeños rasguños en la suave piel de su bello rostro. Con un suspiro dejo un beso en su frente, mejillas y cuello, mientras lo acurruco más a mí.

—Stefan, dame a Cam —dice Leah, mirándome con el rostro triste. Niego con la cabeza para después atraer más al bebé a mí.

—Vamos hombre, es hora de que te bañes —dice Alek, apretando mi hombro.

Sé que tendría que causar menos problemas pero lo único que me da fuerzas es mi hijo. ¿Tan difícil es entender eso? Yo sólo quería tener a mi familia a salvo, sin ningún peligro pero yo mismo los he puesto al descubierto, en la boca del lobo. Mattew Ferrant me lo prometió. Prometió que no haría daño a mi familia.

Con ese pensamiento, entrego muy delicadamente el cuerpo ya dormido de mi bebé a Leah. Mi sobrina que a pesar de tener a su hijo, se encarga del mío.

Salgo corriendo de la casa de Alek, subo a mi auto y acelero escuchando los llamados de mi amigo. Acelero pasando a los pocos autos que hay en la autopista y a los pocos minutos ya estaba estacionando justo frente al sucio bar, propiedad de los Ferrant. Dejando un fuerte golpe en la nariz del seguridad, ingreso y me dirijo hacía su oficina. Sin golpear o pedir permiso abro la puerta, encontrándome con la escena más asquerosa. Matt con una rubia, y no precisamente jugando ajedrez. Sin pensarlo dos veces, camino a paso rápido, quito a la mujer de encima y levanto de la camisa a Ferrant. Sin dudarlo, golpeo su rostro una y otra vez, ignorando los chillones gritos de la rubia a mi espalda y los gemidos de dolor de Ferrant.

— ¡Bestia es suficiente! —grita alguien tratando de separarnos, en realidad de separarme de él. Un brazo me toma de la cintura y otro me toma del cuello logrando al fin alejarme de golpe, dejándome con más ganas de matarlo.

— ¿Pero que te ocurre? —gime Matt.

— ¡Lo prometiste! ¡Dijiste que ibas a arruinar mi club pero que jamás ibas a tocar a mi familia! ¡A Charlotte y Cameron!¡Mi familia! —grito enojado, escupiendo con ira mi dolor.

Su rostro se desfigura en asombro limpiando la sangre de su boca y nariz.

— ¿De qué hablas? ¡No he hecho nada! —grita sorprendido.

— ¡Los han chocado! —me desplomo en el suelo con los puños apretados y lágrimas corriendo por mis mejillas.

De reojo veo como la habitación se va aligerando, siguiendo las instrucciones de Matt de abandonar el lugar. Seco las lágrimas de mi rostro y lo observo ceñudo, lleno de ira.

—Siéntate —dice más tranquilo.

Cierro los ojos respirando hondo y decido obedecer. Camina hasta volver a tomar asiento en su silla detrás del escritorio. Sirve dos vasos de whisky y me entrega uno.

— Cuéntame que pasó —dice sereno.

— ¿Por qué tendría que hacerlo? —cuestiono ceñudo y desconfiado.

— Tenía un asunto aquí y tú lo interrumpiste. Por lo menos cuéntame que ocurrió con Char —levanta una ceja.

Con el sólo hecho de haberla nombrado ya siento mi vista nublarse. Con ambas manos tallo mi rostro, frustrado, soltando un largo suspiro.

—Hace una semana chocaron, no fue un accidente. Charlotte está en... —trago duro — Está en coma y mi hijo está muy lastimado. ¡Juro que si fuiste tú, te mataré! —grito.

Mi Dulce Destrucción |  Próximamente En Físico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora