Capítulo 10

151K 8.9K 523
                                    

— ¿Está muerta? —murmura la rubia a mi mejor amigo.

No, no estoy muerta. Pero me gustaría estarlo por unas horas, como por ejemplo hasta que pase la cena de ésta noche.

— Claro que no, mira su protuberante pecho subir y bajar, tonta —responde Trevor.

De repente abro los ojos y los veo a ambos, literalmente, con sus rostros frente a mi cara. Ambos chocan por la sorpresa.

— ¿Qué te ocurre? —preguntan al mismo tiempo.

— No quiero ir —respondo entre dientes y hundo mi cabeza en la almohada.

— Tú eres una mujer fuerte —anima Trevor.

— Si tu madre llega a insinuar algo, yo misma la mataré —Leah me guiña el ojo.

Ésta vez, sólo ésta vez, el problema no es mi madre.

Suspiro cansada, asiento decidida y me levanto para cambiarme.

— ¿Qué usarás? —cuestiona Leah, siguiendo mis pasos hacia el vestuario de mi cuarto.

Abro la puerta encontrándome con un estante de techo a suelo llenos de zapatos, tacones y zapatillas. Otros estantes del lado contrario con camisetas, pantalones, shorts y demás. Frente a estos, percheros con camisas, vestidos y abrigos.

— Amo tu armario —suspira Leah, volteo a verla.

— Sabes que siempre que quieras algo, puedes venir y sólo llevártelo —le guiño un ojo.

— ¿Y a mi quien me presta ropa? —bufa Trevor.

Río mientras escojo unos pantalones blancos, una camisa suelta de color azul Francia y unas plataformas blancas.

— Siempre puedes ser el mejor amigo de Stefan, el de seguro no tendría problemas en prestarte ropa —comenta Leah.

— El negro es un color tan triste y aburrido. No, muchas gracias —dice apresuradamente.

— Oye, a mí me gusta el negro —reclamo fingiendo enojo.

— Cada vez entiendo más el por qué se gustan mutuamente —dice pensativo, Leah rueda los ojos y yo bufo.

— No nos gustamos —contradigo firmemente. Estamos demasiado lejos de gustarnos, pienso.

— Sólo dale tiempo para que lo asuma —oigo como susurra la rubia a nuestro amigo.

— No hay nada que asumir, nos conocemos hace muy poco tiempo, no es posible —digo entrando al baño para cambiarme de ropa—. Además, no quiero nada con nadie.

Salgo vestida, preparada para que mi amiga haga magia con mi cabello. No es muy difícil domarlo pero a ella siempre le ha gustado jugar con mi cabello, desde pequeñas.

— No quiero ir —lloriqueo tirándome a la cama.

— Mujeres valientes, toman decisiones valientes —me apoya Leah. Levanto la cabeza y observo como mi amigo asiente.

Tomo una gran bocanada de aire y suspiro.

Es hora.

Bajo las escaleras junto a mis amigos, ambos regalándome miradas de apoyo, ambos asegurándome con los ojos que todo va a salir bien. Y si no es así, como dice Trevor; todo salió como debería haber salido, ni mejor, ni peor.

— ¡Oh miren quien se dignó a deleitarnos con su presencia! —exclama mi madre al verme pasar por las puertas del comedor.

Las dependientas hacen una leve inclinación de cabeza, les sonrío y caminan conmigo hasta la mesa. Desde donde estoy puedo ver fácilmente que sólo falto yo.

Mi Dulce Destrucción |  Próximamente En Físico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora