Capítulo 32

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— ¿Has tenido alguna vez una mascota? —pregunto tratando de esfumar el incómodo momento entre los dos.

Stefan se tensa, luego se incorpora y se mueve por la cocina, buscando ingredientes, mientras mis ojos lo observan maravillados por la escena que me ofrece. Un hombre con todas las letras, cocinando para mí con su espalda descubierta, toda una imagen digna de atesorar.

— Mi padre nunca lo permitió y mi madre no quiso revelarse en su contra —respondió con un tono agrio. Me incorporo y voy hacia donde está.

— Lo entiendo —susurré acariciando con la punta de mis dedos de pie, la oreja de Bestia—. Mi madre jamás ha querido una mascota en la casa, más allá de la insistencia de mi padre, ella siempre dijo no —suelto un suspiro recordando el día en que descubrió que tenía a Bestia—. Nunca dio el buen visto a Bestia tampoco, él fue una de las razones por las que encontré un lugar propio.

Stefan asiente y continúa cocinando.

— Sabes que tendremos que hablar sobre tu madre y lo que ocurrió ese día ¿no es así? Por qué no me he creído ni una sola palabra de eso de "estábamos hablando y de la nada empezó a gritar" —dijo, imitando la voz fina de mi madre, logrando que ría.

— ¿Que hacías ese día en mi casa? —pregunto curiosa.

— ¿Recuerdas a Josh, no? —asentí recordando a su hermano menor, presto atención a sus palabras, soltó un suspiro y asintió—. Resulta que mi padre olvidó usar protección el día en que le era infiel a mi madre y concibieron a Josh —respira hondo para continuar—. Mi padre jamás aceptó a Josh y su madre simplemente dejó de insistir, una decisión muy sabia. Pero hasta hace unos meses no sabía nada de él, me enteré mediante una audiencia que su madre había muerto y que iban a dejar a él y su hermana menor, en un orfanato por el hecho de no tener parientes y ser menor de edad, claro.

— ¿Entonces tu...? —trato de entender pero él interrumpe.

— Mi hermana, la madre de Leah, se ofreció a cuidarlos y sé que lo hará bien pero no le dan la custodia al ser divorciada. Entonces yo, estoy empezando los trámites para tener la custodia de ambos y una vez que eso suceda, irán con mi hermana y con mi abuelo. Tu padre es un gran abogado, un gran hombre y puedo decir que ya tengo la custodia en manos.

— ¿Y porque tú no te quedas con ellos? —cuestiono confundida. Stefan voltea a verme y su semblante serio casi logra espantarme.

— Es un adolescente de diecisiete años, con el complejo de rebelde y una niña de cinco ¿acaso tú lo harías? —pregunta bruscamente, sin alzar la voz.

— Si fueran mis hermanos, pues si —digo firmemente y sin intimidarme ante él. Nunca lo he hecho, jamás me he dejado intimidar por él.

— Pues yo no, ya que nunca he establecido una buena charla con Josh y la pequeña Sophie, ni siquiera es mi hermana —dice para después girarse y continuar con la cocina.

— Esos niños carecen de amor y te necesitarán. Además... —comienzo a explicar pero nuevamente me interrumpe.

— Josh vivirá con mi abuelo y Sophie con Mery. Amor no les va a faltar —dice brusco—. Y no hay además en esto, Charlotte.

— Además tendrás mi apoyo en todo momento y decisión que tomes —digo suave. Alzo mi mano y acaricio su negro cabello, logrando así tranquilizarlo.

— No estoy hecho para amar, lo estoy experimentando contigo pero no creo poder hacerlo con dos desconocidos. Uno lleva la sangre y el mismo carácter de mi padre —dice volviendo a ponerse tenso.

— Tu llevas la sangre de él y aún así, eres el ser más dulce que conozco —resopla y sacude la cabeza, frunzo el ceño—. Lo eres conmigo y eso significa que puedes serlo con otros. Te ayudaré pero si es una bella mujer, olvídate de mí —digo manteniendo mi voz dulce.

Stefan suelta una carcajada y se gira para alzarme desde la cintura y sentarme en un taburete frente a él.

— No seré dulce, si no es contigo, con Leah o mi hermana. Tu eres mi linda chica valiente y así será siempre —finaliza con un beso en mi frente.

— ¿Ves? Y dices que no eres hecho para amar, eres una ternura —digo acariciando su mejilla, haciendo que se incline para recibir abiertamente mi tacto.

— Contigo todo es natural, porque te quiero Charlotte —dice serio sin quitar sus ojos de los míos.

— Y yo te quiero a ti, por eso estaré en cada paso que des y si necesitas ayuda con los niños, allí estaré —dejo un casto beso en sus labios.

— No necesitaré ayuda con Josh, estate lejos de ese hormonal jovencito —suelto una carcajada—. Lo digo jodidamente en serio, lejos del adolescente —apunta con el dedo índice.

— No debes estar celoso —digo en un susurro acariciando las orejas de mi perro. Stefan me ve ceñudo.

— Claro que debo serlo. ¿Pretendes que me quede de brazos cruzados viendo como se comen con la mirada el escultural cuerpo de mi chica? ¿O cuando babean al escuchar tu linda y sensual voz? ¡Claro que no lo hare! No señor —susurra esto último.

— Loco —murmuro divertida pero Stefan vuelve a girar.

— ¿Igual que tu, no? Con esa escena en medio de la veterinaria —dice divertido, apoyándose en la barra de la cocina.

Pongo los ojos en blanco al recordar la cajera. —. ¡Stefan, la mujer se tomó el atrevimiento de meter sus dedos en tu bolsillo para dejar un papel con su nombre y número! ¡Lo siento por tomar tus labios territorialmente al ver eso! ¿O tú lo dejarías pasar? —digo exasperada.

Stefan se tensa, sus nudillos se vuelven blanco y responde tenso—. Yo mataría.

— Bien —respondo de la misma forma y continúo acariciando en silencio a Bestia—. Además, el collar de Bestia estaba genial.

— Pero así se ve más macho —se encoje de hombros.

Lo fulmino con la mirada al ver el collar de cuero negro y el dije de hueso de perro colgando con la inscripción; Me llamo Bestia. En caso de que me veas perdido puedes llamar a mis papis, Charlotte o Stefan. Aquí sus números.

Observo con detenimiento la desnuda y musculosa espalda de Stefan, voltea y me sonríe. Qué suerte tengo al tenerlo.

Stefan había cocinado para mí, como ya lo había hecho otras veces pero estoy segura que no me cansaré de observarlo mientras lo hace. Me gustaba ver como hacía cosas para mí, saber que yo le importaba me enamoraba aun más. El pensamiento de que a Stefan solo le hacía falta un caballo para ser un verdadero príncipe, inundó mi mente. La cena se pasó entre risas que me llenaban de felicidad, él realmente se ve muy hermoso al reír.

— Deja de observarme y vayamos a dormir —susurra besando mi cabello. Asiento y lo sigo por el pasillo hasta su habitación.

Con mi mente intranquila realicé mis cotidianos actos higiénicos bajo la atenta mirada del tatuado, con un delicado y normal conjunto de pijama de seda blanco caminé hacia su cama. Stefan corrió el edredón a un lado con una sonrisa, entré y al estar acostada sobre la almohada pulcramente blanca, le sonreí.

— No sabes cuánto he esperado este momento —susurro, imitándome.

— ¿De qué hablas? —susurro, viendo sus ojos tumbado a mi lado.

— Del momento en el que este lugar realmente se sintiera como un hogar, contigo se siente así —sus ojos firmes en los míos.

Sonrío realmente feliz por sus palabras y me acerco a él hasta dejar mi cabeza en su pecho cubierto por una camiseta blanca mientras mi brazo rodeaba su cintura. Mis ojos ya se cerraban y mi cuerpo entero estaba entrando en la fase del sueño, cuando un suave susurro lo impidió.

— Te quiero mucho,bonita —su mano acariciaba lentamente mi cabello—. Mucho, mucho.

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Ataques de celos, ay que tierno.

¿Cuales son sus pasatiempos favoritos? Ademas de leer, claro.

Les saluda, Sunshine :3



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