Capítulo 67

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— Buenos días.

— Buenos días —sonrío cuando siento un beso en mi frente. Si sigue así, muy pronto voy a dar el sí.

Le entrego la taza de café a Stefan y tomo al niño en brazos para alimentarlo con el biberón.

— Tengo entrenamiento por dos horas, llamé a Leah para que no te quedes sola. —dice comiendo una tostada.

— Genial, ahora tengo niñera —susurro, rodando los ojos.

— Es sólo por precaución. Además, pasarás tiempo con tus amigos, Trevor también vendrá.

Sin esperar una respuesta, se levanta. Luego de dejar un beso en mi frente, otro en la frente de Cameron y tras acariciar la cabeza de Bestia, sale de la casa gritando los amo.

Sonrío sin querer pero la sonrisa desaparece al entrar en la realidad, mi realidad.

Acaricio el cabello castaño de Cameron y dejo un beso en su frente para luego encaminarme a su cuarto para dejarlo en la cuna. Enciendo el walkie tokie del cuarto, tomo el otro par y salgo directo a mi baño. Me despojo de la ropa quedando en ropa interior, estaba a punto de quitarme lo que sobraba cuando el sonido del timbre de la casa suena.

Frunzo el ceño a pensar que Leah y Trevor quizás se adelantaron un poco.

Tomo la bata de seda blanca para taparme y me lo pongo caminando por el pasillo. Hago una mueca al pensar que podía haber buscado algo que cubra más.

Desconfiada giro el pomo de la puerta y lentamente abro. Me tranquilizo al ver el cuerpo tatuado de Stefan entrar apresurado sin verme.

— Lo siento, olvidé las llaves de...

Voltea y sus ojos se abren, sorprendidos, su boca se abre y cierra como un pescado. Y yo me mantengo allí, sin emitir ni una sola palabra.

Agradezco que haya sido Stefan y no algún desconocido o peor aún, el del mensaje del jardín.

— Estoy enloqueciendo ahora mismo —dice luego de unos largos segundos en un raro silencio.

Ahora soy yo quien boquea sorprendida y tiembla ante su mirada.

De un momento a otro, sus manos me sorprenden tomando la bata y atraerme hasta chocar con su pecho, que sube y baja, acelerado. Sus dedos aprietan mi cintura mientras sus ojos inspeccionan minuciosamente cada rincón de mi cuerpo.

— Sé que debo darte tu espacio pero no soy de hierro, preciosa —susurra y luego estampa sus labios contra los míos.

Toma mi rostro con ambas manos y gira mi cabeza a su gusto en tanto el beso sigue. Camina hacia adelante conmigo de espaldas para luego apoyarme contra la pared y presionar su cuerpo al mío. Estoy a punto de terminar el beso cuando el timbre suena.

Deja caer su cabeza hacia abajo, derrotado, luego deposita un beso en mi cuello y me mira a los ojos.

— Debo abrir —digo y encuentro mi voz algo ronca.

— Y yo debo ir al... —susurra sin quitar su vista de mis labios hinchados.

— Entrenamiento —devuelvo el susurro completando su frase, el asiente y se aleja lentamente.

Acomodo mi cabello y trato de tapar mi cuerpo con la bata antes de abrir la puerta principal.

— Ya llegó por quien llorabas, amor —canturrea Trevor entrando con Theo en brazos.

— Llegamos en un mal momento, Trev —dice Leah, aguantando la risa.

No volteo, sé que está ahí y no quiero ver en qué estado se encuentra.

Mi Dulce Destrucción |  Próximamente En Físico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora