Aun estando arrodillado en la grama, alguien toca mi hombro y salgo de la burbuja de pensamientos, es Thomas, tiene esa mirada de que dirá algo que no me gustará escuchar. Siquiera me tomo la molestia de preguntar, solo espero el golpe.

—Brenna se está yendo del país —susurro y niego con la cabeza. Puede que hayamos terminado, y que ella haya visto todo lo que sucedió con mamá, pero esperaba que cuando me sintiera con fuerzas de luchar, volvería a protegerla, porque estamos separados, pero ella sigue con vida, y es el blanco que tendrá quienes quieren hacerme daño y yo no podré protegerla si se va del país, si está tan lejos de mí.

Sin pensarlo dos veces corro al coche de Thomas y conduzco por él, tengo que impedir que ella se vaya, le prometí a mamá que no la dejaría ir, puedo lidiar con que me deje a mí, pero no sé qué haría si supiera que probablemente no la vea nunca más si se va del país, es como si estuviera perdiéndola totalmente, y eso, con la muerte de mamá, duele.

Es increíble como el karma se ha encargado de darme mi merecido al quitarme lo más bueno que tenía en la vida, y Dios sabe que lo merecía, este es sólo el inicio de todo lo que tengo que pagar.

En cuanto llegamos al aeropuerto, busco a Brenna por todos lados, en la zona de embarque. Hasta que veo la cabellera rubia de mi cuñada, diciéndole adiós a Brenna, nuestras miradas se encuentran antes de que ella entregue el boleto de avión, y luego desaparece de mi vista. Con la respiración agitada subo las escaleras que dan al último piso y desde ahí veo como despega el avión con destino a Canadá.

Y el vacío se hace presente, estoy solo, perdido, hecho un desastre, toda pizca de esperanza que tenía ha desaparecido, ni Brenna, ni mi madre, ambas se han ido de distintas maneras y solo siento un vacío en mi pecho. La tristeza y desolación se hacen presente, no creo que haya algo más doloroso que esto.

—Te llevo a casa —susurra Thomas a mi lado.

—Tranquilo, ve con Jenna, yo tomaré un taxi —le hago saber. El insiste en no dejarme solo, pero que Thomas esté a mi lado no me hará sentir mejor. Termina haciéndome caso, así que me retomo mi camino a casa, el cual fue lento y silencioso, pensé en todo lo que haría ahora, ¿acaso tengo que seguir con Fernández o enfrentarlo? No tengo una respuesta para eso, pero la tendré pronto. Tenía que continuar mi vida sin sentido, aún tenía a mis hermanas y yo tenía que cuidar de ellas, debía seguir trabajando con papá, el también perdió a la madre de sus hijos, y tiene planes de continuar, así que yo también debería continuar, aunque no signifique lo mismo, nada volverá a ser lo mismo ahora.

En el silencio sepulcral de la noche fría, en esta cama vacía duermo, y tengo pesadillas que parecen cuentos de hadas frente a la verdadera pesadilla que se ha convertido mi vida. Todo por una decisión que fue el detonante de esta explosión, aceptar ser parte de la mafia, fue el error más grande que pude haber cometido en mi vida y me arrepiento de ello.

Al siguiente día desperté más temprano que nunca, todo mi mundo era gris, mucho más negro de lo que estaba antes, me vestí para el trabajo y me preparé para salir, pero recibí una visita de Harry antes de que pudiera irme.

—Zack, vine a ver a si necesitabas algo —dice desde la entrada de la casa.

—No, tengo que ir a trabajar —susurro. No quiero la pena de nadie, soy un desgraciando, si, y no necesito que todo mundo se encargue de recordármelo.

—Bien, Brenna...

—Ya sé que se fue a Canadá —lo interrumpo, pero él niega con la cabeza y seguido de eso saca algo de su bolsillo trasero, parece ser una carta.

—Me pidió que te la entregara cuando estuvieras mejor, y estoy seguro que uno nunca se siente mejor de la muerte de si madre, así que te la entrego cuanto antes, quizás te ayude a continuar —murmura mientras me extiende el sobre blanco firmado por Brenna. Harry tiene toda la razón y me sorprende que la tenga cuando se trata de este tema.

Escape: Zack ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora