— Mi padre ganaba dinero de dudosa procedencia —dice luego de varios minutos en silencio—. Tenía catorce años cuando decidió llevar a su hijo al trabajo y descubrí que vendía droga en el club —entrelazo nuestros dedos cuando vuelve a suspirar—. Ese día algo salió mal y estuve en medio de una persecución.

La respiración se me atasca al imaginarme un niño pelinegro de piel blanca y ojos asustados, mi corazón se estruja al intentar ponerme en su lugar. Mi hombre valiente.

— Me ocultó bajo el asiento de la parte trasera, recuerdo el miedo que sentí cuando una bala impactó en la ventana junto a mí. Había soltado un grito tan fuerte que mi padre corrió su asiento atrás, aplastándome, con el fin de que deje de gritar, claro que eso sólo hizo aumentar mi terror.

Tapo mi boca con una mano para evitar soltar un gritito de sorpresa.

— ¿Te dejó marcas? —cuestiono haciendo referencia a cicatrices.

— Más de las que te imaginas.

Se separa, se quita la camiseta, voltea levemente, luego extiende su mano para tomar la mía y tocar su piel. Abro mis ojos sorprendida al sentir una gruesa y muy palpable línea bajo la piel tatuada. Sin poder evitarlo, me inclino y beso esa zona suavemente, tan solo un roce.

— Esa es una de las marcas, la otra es psicológica —vuelve a atraerme a sus brazos—. Hay personas que al estar en un ascensor tienen ataques claustrofóbicos, yo no puedo estar en un auto mucho tiempo —cierro los ojos con fuerza, tratando de detener las lágrimas—. Luego de eso, sólo logré subir a tu descapotable porque me siento bien contigo a lado y con el viento chocando en mi rostro.

— Como en la moto —susurro, entendiendo.

— Aun así llevó un poco de pelea interna subir a tu auto —suelta una pequeña risa, confortándome.

No puedo evitar pensar que abre por completo su vida a mí, no solo eso sino también su pasado, mientras que yo no he dicho el motivo de mis desgracias. Me siento mal pero tampoco quiero arreglar ese tema.

— Te han ido rompiendo de a poco —me lamento en un susurro.

Stefan toma mi rostro entre sus manos—. Tú estás uniendo las partes.

— Te quiero Stefan.

— Y yo te quiero a ti —sonríe y besa mi frente—. Mucho mucho.

Sonrío y me inclino a besar sus labios. Todo era tranquilidad, solo se oía el comienzo de la película de fondo y el leve choque de nuestros labios. Pero algo interrumpió.

Bella Char, soy Matt y pasaré a buscarte en unos minutos para la entrevista que tienes y... —la voz de mi representante suena por el contestador que está en el pasillo.

Stefan se detiene conteniendo un bufido y suelta un suspiro con la mandíbula apretada. Tratando de recuperar mi respiración, tomo el teléfono y atiendo.

Bella Char —saluda cuando lo hago primero.

— ¿No puede ser otro día esa entrevista? —pregunto.

Charlotte, estaba programada hace ya un mes —explica tranquilo aunque sé que no se encuentra así.

—Tenía planeado pasar el día con Stefan —digo con un tono de voz suplicante.

— Descuida, no hay problema bonita —susurra detrás de mí, tras dejar un beso en mi cabello. Lo veo levantarse del sillón y ponerse nuevamente su camiseta.

— Matt, por favor —gimoteo siguiendo a Stefan.

Lo siento pero si queremos que esto tome vuelo, no debemos dejar ir las oportunidades. Si es el indicado para ti, sabrá comprender —dice esto último algo brusco, haciéndome fruncir el ceño.

— ¿Irías conmigo? —pregunto en un susurro, tapando el auricular del teléfono.

— ¿Estará Matt? —cuestiona con la boca llena de manzana, asiento rodando los ojos y el asiente—. Claro que iré.

— Stefan irá conmigo, ¿donde es? —pregunto caminando de nuevo a mi habitación, sintiendo los pasos de Stefan siguiéndome.

— En una hora, en los estudios de MTV —dice enojado y corta la llamada.

Observo confundida la pantalla del celular y luego lo dejo caer en mi cama para comenzar a buscar un atuendo.

— Ese imbécil te desea —dice Stefan entre dientes, volteo a verlo ceñuda y divertida.

— Claro que no —suelto una risita.

— Eres tan adorable que no lo sabes —susurra. 

Sonrío. Él es adorable, aunque lo niegue. 

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Capitulo nuevooo.

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Les saluda, Sunshine.


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