— No interesa desde cuando la conoces, ahora estoy aquí y digo manos fuera, muchachote —dice entre dientes.

— Tranquilos los dos —digo empujando débil el firme pecho de mi chico—. Matt ante cualquier propuesta, consúltalo conmigo. En éste momento, no sólo tengo a Trevor, Leah y Alek, sino también a Stefan. Quiero que sepas que si tengo que viajar a algún lado, el hombre a mi lado, irá conmigo.

Asiente a duras penas, voltea y sale del edificio.

— Así que ¿iré contigo como cachorro de Paris Hilton? —dice una gruesa voz a mis espaldas.

— Pues me encantarías que vinieras conmigo —me encojo de hombros tras darme cuenta que tomé decisiones sin consultarlo.

Sin decir otra palabra, él también se gira y camina hacia el auto. Resoplo cansada, dejo caer mi cabeza hacia atrás levantando las manos al cielo.

¿Por qué los hombres son tan complicados?

El camino a mi departamento de en silencio, en uno tenso. Y sin saber por qué razón, simplemente callé. A veces hay que darles tiempo a los hombres que asimilen cosas, ya que ellos también necesitan tiempo.

— Gracias por traerme, no te preocupes por el auto, mañana pasaré a buscarlo —digo en un susurro.

< ¿Qué me pasa? Jamás he sido de esas mujeres sumisas, bueno excepto con mi madre> Pensaba mientras caminaba al porche de mi hogar.

— No, lo siento —suspira tomando suavemente mi muñeca—. Ven conmigo a casa, lo siento —me gira lentamente y acuna mi rostro—. No sé porque reaccioné así pero lo siento, supongo que cuando tenga una pelea tú vendrás conmigo ¿no?

— Estaré donde tú quieras que estés, siempre y cuando me quieras allí —respondo en un susurro, aceptando su caricia.

— Genial, porque te quiero conmigo siempre —murmura sin quitar sus ojos de los míos—. Ahora, empaca para un par de días mientras yo busco a bestia —dice sonriendo.

Al entrar corrí hacia mi habitación, ignorando los ladridos de mi perro. < ¿Qué necesito para pasar mi primera verdadera noche con Stefan?> pienso porque la última vez que desperté con él, estaba inconsciente. Tomo un bolso y meto un pijama, elemento para mi uso higiénico, ropa de recambio. Tomo el bolso y bajo las escaleras con dificultad, soplo un mechón de cabello que se metió en mi frente pero levanto rápido la vista al oír una ronca risa.

— ¿Necesitas ayuda, preciosa? —dice divertido mientras lo fulmino con la mirada.

Aguantando una carcajada camina hacia mí, me quita la maleta de las manos y lo baja sin dificultad alguna. Claro, casi olvido esos músculos.

— Llevas un suministro de ropa de por vida, si querías mudarte conmigo, sólo tenías que decirlo —dice divertido, dirigiéndose a mí pero antes de que llegue desvío mi camino hacia la cocina.

— Exageras —digo sacudiendo mi mano, en desdén.

Camino hacia bestia, lo tomo en brazos y se lo entrego a mi otra bestia. Tomo lo necesario para el cachorro y vuelvo hacía Stefan.

— Todo listo —anuncio con una sonrisa. Stefan divertido, asiente y toma mi maleta en un brazo, mientras sostiene la cama de mi mascota y al perro en su otro brazo.

— Pero que fortachón —digo dando una palmadita suave a su trasero. Sorprendido, éste da un saltito hacia el frente, casi resbalando las escaleras del porche. Suelto una carcajada tras cerrar la puerta y saltar hacia el lado del acompañante.

Me siento cómoda junto a Stefan, me siento tranquila siempre que está a mi alrededor, con él simplemente siento que una parte de mi vida, comienza a tener sentido. En el poco tiempo que llevo junto a él, me siento viva por primera vez en mi vida. Stefan es el dueño de mis sonrisas, he sonreído más en esta semana que en toda mi vida. Este chico me vuelve loca y admitirlo me hacía sentir fuego en el estómago.

— Eres una sin vergüenza —bufa divertido, dejando las cosas en el maletero. Suelto otra carcajada cuando entra al auto.

— Lo que la gente piense de mí, no me importa —le saco la lengua, divertida.

— ¿Ni siquiera yo? —hace una pose exagerada de diva. Niego riendo.

Poniendo el motor en marcha, salimos de a la carretera.

— Haremos una parada en el supermercado, en casa no hay helado. Y un hogar sin helado, no es hogar —dice poniendo un tierno puchero.

Sonrío al escuchar esas palabras. Hogar, nunca tuve uno. Ni siquiera con un tierno y adorable padre alrededor, jamás se sintió un hogar. Alquilé el departamento para tener un lugar propio pero tampoco se sintió como un hogar. Entonces ¿porque cuando Stefan dice esa palabra, mi estómago se encoje y mi corazón late desbocado? 

_______________

Fin de la maratón, chiquis.

No se olviden de votar y/o comentar, ayuda mucho a la novela.

Espero que les haya gustado. Im sorry por haber estado tan inactiva por la plataforma. Siganme en mis redes sociales para estar más atentos a mis movimientos (?

 Siganme en mis redes sociales para estar más atentos a mis movimientos (?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Les saluda, Sunshine.

Mi Dulce Destrucción |  Próximamente En Físico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora