— ¿Por qué no? —dice entre dientes, viendo la furia correr por sus ojos.

— No quiero darte más problemas, tú lo has dicho ¿recuerdas? No quieras ser mi salvadora, porque no podrás serlo —frunce el ceño confundido

— ¿Eso qué tiene que...?

— Si te cuento, querrás salvarme, ayudarme y te hundirás tú también en esto —digo a punto de llorar.

Siempre ocurre esto. Sólo quiero mantener lejos a todos de mí, de mi inevitable futuro y del inevitable sufrimiento que depara mi vida. No quiero más personas involucradas, mi padre, mis amigos, mi hermano. No lo quiero a él en esto. No él, por qué siento que con él realmente las cosas se pondrán difíciles para mí.

Sus gruesas y ásperas manos toman mi rostro entre ella y acerca su rostro al mío.

— Deja que yo sea el que decida eso, sólo dime —suplica. Observo sus ojos negros verme con desesperación, como si quisiera ayudarme, como si de verdad estuviera afligido por mí.

— Te lo diré —decido—. Pero no ahora, no hoy.

Me suelto de su agarre y camino hacia mi hermano hasta hundirme en sus brazos. Sus manos recorren mi espalda en un toque tranquilizante y deposita un beso en mi cabello.

— Debemos ir a la fiesta ésta noche —murmuro contra su pecho sintiendo su cuerpo entero tensarse.

— No debes...

— Debo hacerlo, sabes lo que me espera si no voy —interrumpo en un murmuro a punto de llorar. Pero no, yo no lloro.

(...)

— ¡Estamos aquí reunidos para celebrar el gran descubrimiento de nuestra gran científica! ¡Eline Woods!

Aplausos se oyen en todo el lugar, llenos de admiración y orgullo, que estoy segura desaparecerían si supieran toda la verdad. Frunzo el ceño, claramente molesta cuando mi madre sube gloriosa a la tarima y sonríe. Siento la mano de mi hermano apretar la mía debajo de la mesa.

— Quiero agradecer a mi familia, en especial a mi hija —apunta la copa hacia mí, de repente las ganas de vomitar se hacen presente—. Por muchos descubrimientos juntas, mi hermosa niña —la gente suelta una ola de "aw"

— Bruja —masculla entre dientes mi hermano.

Mi madre sigue hablando mientras la gente la adula, ella ama ésta clase de atención. Mientras maldigo a mi propia madre en mi mente, unas frías manos en mis hombros desnudos llaman mi atención, giro mi cabeza y veo unas manos tatuadas, sólo para confirmar levanto la vista y me encuentro con unos ojos negros viéndome con intensidad.

— Princesita —me saluda, se inclina y deja un beso en mi frente. Últimamente tiene esos gestos cariñosos conmigo, lo que me sorprende, me descoloca y me emociona. Debo mantenerme alejada de todos los sentimientos que me vuelvan vulnerables, y lo que siento cuando estoy o cuándo veo a Stefan, claramente llevan mis nervios al límite.

— ¡Hija ven arriba! ¡Éste mérito es de ambas! —exclama sonriente.

Todas las miradas se dirigen a mí, esperando mi apoyo hacía mi madre. Siento a mi hermano tensarse completamente mientras aprieta más mi mano, mi padre me sonríe dando su apoyo, le devuelvo la sonrisa y me dispongo a levantarme.

— ¿Qué haces? —susurra Alek, tomando mi muñeca.

— No puedo decepcionar a papá —digo entre dientes, observando de reojo la mirada confundida que nos da a mi hermano y a mí.

Le doy una sonrisa tranquilizante a mi hermano y asiento sonriente al público, aplausos se oyen al verme caminar hacia la tarima, siento pasos siguiéndome pero no giro a ver de quién se trata. Subo los escalones con ayuda del hombre cuyo trabajo es ese, y camino hacia ella, hacía la mujer que me dio la vida y que se dispone a destruirla. Mi madre me abraza fuerte, demasiado.

— Sonríe pequeña —me susurra. Trago saliva nerviosa, ante su tono de voz. Es ese tono que indica que si no hago lo que pide, alguien pagará y no estoy muy segura de sí seré yo ésta vez.

Me obligo a sonreír para las fotos y aprovecho el momento en el que comienzan a hacerle preguntas a mi madre, para bajar del escenario. Una mano conocida me ofrece ayuda, levanto mi vista y sonrío para luego, aceptarla. Al tomarla, me baja directamente tomándome de la cintura y me aprieta a su cuerpo. Estoy tan cerca de su cuerpo, que puedo sentir su firme pecho contra los míos.

— ¿Quieres escapar? —susurra. Me pierdo por unos segundos en la profundidad de sus ojos y luego asiento rápida y torpemente—. Te ves realmente preciosa en ese vestido, pero creo que tendrías que cambiarte —me sonríe.

Escapar, suena lindo.

Subo las escaleras hasta mi cuarto y rápidamente me quito el lindo vestido negro que marcaba sutilmente mis curvas y los zapatos del mismo color que estilizaba mis piernas, para luego ponerme unos pantalones de jean negro, unas botas estilo combate, una simple camiseta al cuerpo blanca y una chaqueta de cuero. Ato mi liso cabello, me hecho perfume y ya estoy lista.

Bajo las escaleras rápidamente y salgo a la entrada tratando de pasar desapercibida entre toda la gente elegante que pasea por el gran salón de mi casa. Bajo los escalones, levanto la cabeza y ahí está él.

Dios, es tan hermoso.

Stefan me guiña el ojo y apunta a la parte de atrás de su moto. 

Sonrío divertida y subo. 


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Capítulo nuevoooo. Sólo porque no quiero estudiar más :(

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Les saluda, Sunshine

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