Capítulo 13

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Stefan Wells

Golpeo, golpeo y vuelvo a golpear la bolsa de boxeo en mi frente.

Últimamente no tengo lo suficiente descargando mi ira. Sin saber qué es lo que produce ni cómo hacer que pare, pero el enojo sigue intacto.

Han pasado ya varios días de aquella noche en la cabaña de los Woods y aún sigue en mi mente la imagen de la pequeña pelinegra dormida justo a mi lado, con sus pequeños pero rellenos labios entreabiertos, sus ojos cerrados y sus largas pestañas, su cabello negro esparcido por la almohada de color blanca y su cuerpo junto al mío.

Charlotte Woods, que entre paréntesis diría perdición. No tengo por qué negar que esa mujer me gusta y me vuelve prácticamente loco. Eso no significa que tenga que hacer algo al respecto con esa atracción. Cuanto más tenga alejada a esa niña de mis problemas, mejor. Pero el destino o ella misma, lo impiden, haciendo que todos las noches sueñe con su linda sonrisa.

— ¡Salte de mi cabeza! —grito, dando un último y fuerte golpe al saco, mandándolo al lugar donde se guarda originalmente.

Guau —volteo y fulmino con la mirada a Alek. Como si fuera rey del mundo, se encuentra recostado sobre uno de los pilares del ring observándome con una sonrisa divertida.

— ¿Disfrutando de la vista, imbécil? —digo brusco.

Alek levanta las manos en rendición y camina hacia mí—. ¿Qué es lo que te atormenta? —cuestiona con una voz suave. Ruedo los ojos, molesto, como si fuera que habla con un niño.

Es en ese momento en el que deja de ser Alek el molesto, a ser Alek mi verdadero amigo. Y hermano de la mujer que me gusta. Simplemente genial.

— ¿Además de mi jodido pasado? —ironizo con una sonrisa falsa.

— No juegues conmigo Wells, estoy en modo amigo —dice levantando las manos.

— Lo sé, es sólo que no puedo decirte —suspiro.

Camino hacia mi bolso de entrenamiento y rápidamente me pongo la sudadera para mantener el calor.

— Ya estuve en tu mierda muchas veces, no quieras dejarme fuera de ésta mierda —dice divertido. Hago una mueca de asco. Esa mierda es tu hermana, amigo.

— Es una... —me aclaro la garganta, nervioso—. Una chica —suelto en un susurro.

Una carcajada resuena en todo el salón—. ¡No creí estar vivo para el día en el que la bestia caiga enamorado! —dice sin dejar de reír.

—Alto ahí chico, no estoy enamorado. Simplemente me gusta —me encojo de hombros, simulando desinterés.

— Si sólo te gustara, no estarías hablándome de ella o él —me guiña el ojo, ignorando olímpicamente que dije claramente chica.

— ¿Por qué se empeñan en insinuar que soy gay? —mascullo entre dientes, recordando el incidente con Charlotte.

Aun no puedo creer lo que pasó. ¿Enamorado de su hermano? Alek es guapo sí, pero no soy de esos. Suelto una carcajada recordando mi asombro al oír esas palabras ¿Es por mi hermano, no? ¡Claro que no era por Aleksei! Estaba malditamente celoso de pensar que tenía una relación con mi mejor amigo. Ella, la única mujer que llamó mi atención, novia de mi mejor amigo. La sola idea de traicionar a mi único amigo, me enfermaba a un grado preocupante. Porque realmente pensaba traicionar su amistad si eso significaba tener a Charlotte para mí. Claro que luego lo pensé mejor y una mujer no vale mi amistad con Aleksei.

— Y bien... —dice Alek subiendo y bajando las cejas.

— ¿Y bien qué? —cuestiono ya fastidiado.

Mi Dulce Destrucción |  Próximamente En Físico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora