Capítulo 2

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Sí, realmente me estoy arrepintiendo.

Al entrar, mis tímpanos piden piedad. El lugar está inundado de gritos de los admiradores de este tipo de violencia, mis manos sudan y mis piernas se mueven casi por inercia mientras que una Leah muy emocionada empuja mi cuerpo a cada paso que da.  Mientras que ella actúa con normalidad, yo estoy muriendo de nervios por dentro. No estoy acostumbrada a estar en lugares como estos, ni siquiera a verlo por la televisión. 

Cada esquina, cada detalle, cada persona que se paseaba frente a mí me escupía en la cara que yo no pegaba en el lugar. Observo con asombro como un par de mujeres se paseaban sin pudor alguno en una faldas tan cortas que podía ver el comienzo de sus traseros. Muy disimuladamente me detallo y frunzo el ceño al ver que mi top negro, que dejaba al descubierto mis hombros con mangas en mis brazos, era lo más atrevido que se me había pensado usar. Luego, mi ajustado leggins negro y botas de combate, pasaban totalmente desapercibidas en el lugar.

Abro la boca sorprendida al oír las barbaridades que salían de la boca de muchas mujeres al profesar un tipo de amor eterno por—muy probablemente—algún  concursante de la noche de hoy. 

—Que vulgares —susurro. 

Paseando mi mirada por el resto del lugar, descubro a hombres que no dejaban de desnudar con la mirada a todas las mujeres que se vistieron con atuendos con el que se evitaba tomar el trabajo de imaginar que hay debajo de ellos. Por otro lado, la cantidad de ropa que lleves arriba no evitaba que sus libidinosos ojos se paseen por mujeres más cubiertas, por ejemplo; nosotras. Sus ojos nos recorrieron como si de un par de pedazos de carne asada se tratara.

—¡Leah, no quiero estar aquí! —le grito encima del barullo.

—¡Vamos, Char, es tu noche libre con tu mejor amiga! —me devuelve el grito, emocionada.

Respiro hondo y lo suelto todo en un suspiro fuerte. Aprieto la mano que tengo entrelazada con mi mejor amiga y la sigo, esquivando exitosamente los manotazos de los hombres. 

—Sus asientos —anuncia un hombre corpulento. Leah niega en respuesta y sigue con su camino.

Según tengo entendido, las entradas y los lugares en primera fila le fueron otorgados a mi amiga gratuitamente pero aun así, confundida la sigo sin rechistar. Leah pasa por unos guardias que asienten en saludo como si la conocieran, y me queda claro que así es cuando abre una puerta de madera gastada.

Al entrar el olor a sudor y de las paredes llenas de moho llenan mis fosas nasales. Además de  dicho moho que puede fácilmente enfermar hasta al más inmune, otro detalle interesante es que, prácticamente, no hay luz en el lugar.

—¿Qué hacemos aquí? —cuestiono en un susurro, algo temerosa por su respuesta. Mi mejor amiga suele ser muy aventurera, este loco instinto de aventura que posee ha llegado a ponernos en muchos problemas en varias ocasiones. 

Antes de que pueda responder, una puerta diferente a la de la entrada, se abre iluminando el cuarto con la luz que entra del otro lugar, y de ella sale un hombre corpulento. 

—Hey, Le —saluda un hombre adulto con un tono de voz cansino. Leah besa su mejilla y entra por la misma puerta por la que salió el hombre. Este se mantiene inmóvil observándome sin inmutarse ni un poco—. ¿Tú quién eres? 

Intentando no inmutarme ante su potente mirada, respondo—: Me llamo Charlotte Woods y soy amiga de Leah.

—Oh, tú eres Char —me sonríe y extiende su mano—. Me llamó Davor Baker, pero me dicen Dave o tío Dave, o DD —suspira cansado y niega con la mano—. Sólo dime Dave.

Mi Dulce Destrucción |  Próximamente En Físico Donde viven las historias. Descúbrelo ahora