EBÓSIL.

Me obliga a ver como inyecta el virus y lo activa de inmediato, quien no sabe, pensaría que es mejor eso a que dañen su cuerpo, pero el virus si los matara

—¿Qué me dices ahora?

—Sobre el antídoto ya hablamos, y cuando empiece a comerciarlo puedo convertirte en mi primer cliente. —miento.

—¿Y la organización?

—Es mi organización y si pensaste que yo era el eslabón más fácil y me ibas a sacar información te equivocaste. Ni socios ni negocios, menos direcciones, no te daré nada.

—Gobernador, tenemos compañía. —le informa uno de los sujetos y la información me llena de esperanza y no soy lo suficiente rápida como para ocultarlo.

—Ya se había tardado, demolés una buena bienvenida.

Me pongo alerta cuando empiezan a aparecer sujetos, todos armados y en posición de ataque, pero sin salir a encontrarlos.

Nikolay me lastima las muñecas cuando intenta quitarme las esposas, pero al final solo la cadena se desprende y cae. Intento sacarme el metal, pero es imposible y un golpe me detiene.

Carsten se sienta frente a mí y cuando Nikolay empieza a quitar las cadenas sé que algo malo viene.

—Diviértete, no se ve apetecible, pero si Oleg da tanto por ella es porque le gusta comerle el coño.

Mi respiración se agita y debo controlarme para que los recuerdos de hace años no se hagan presente.

—¡No vas a tocarme! —grito, pero es en vano.

Dos hombres me sostiene y me hacen levantar mientras Nikolay me escanea y una chispa de culpa cruza sus ojos.

—Carsten...

—¿No te acobardarás ahora cierto? Si has escalado es gracias a mí, porque con Oleg no hubieras pasado de ser un simple soldado.

Muerdo mi labio cuando pasa su mano por mi mejilla.

—No.

—¡Quita tus asquerosas manos de mí! —grito, trato de zafarme, pero el dolor en mis huesos me resta.

Su toque es como una maldita daga que me quema a su paso, queriendo quebrarme.

—No te muevas.

Las lágrimas de ira e impotencia llenan mis ojos cuando sus manos se aventuran más, tocando en donde no debe.

El dolor cada vez que me muevo me mata, pero no se compara al que siento cuando lleva su mano al botón de mi short.

—Vienen arrasando con todo, dos minutos para que estén en la entrada de la base, Gobernador.

Dos minutos, dos minutos.

Solo me separan dos minutos y aunque la idea de cerrar los ojos y dejar que me tomen pasan por mi mente, dos minutos hacen la diferencia y en cada segundo lucho cuando seis manos tocan y estrujan mi cuerpo sin piedad provocando la satisfacción de Carsten.

—Como te gusta complicar las cosas Carvajal, y que te quede claro que esta no es la última vez que nos vemos porque no voy a dejar que te lleve. —se levanta—. Sabes que quiero quebrarte, ese es el objetivo de todo lo que hago, doblegarte a mi gusto, solo para mí, Carvajal, a eso podemos agregarle, que sin ser suya quisiste soñar porque tu maldita organización no va a destruir la mía, tu maldito plan de torturar con EBÓSIL no va a funcionar porque ahora yo también lo estoy produciendo.

Son las últimas palabras que escucho antes de perderlo de vista.

—¡Te voy a cortar las manos! ¡Cortaré tus putas manos, hijo de puta! —grito cuando Nikolay me gira y mi espalda queda contra su torso.

Ambición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora