—Estoy en mi última vida terrenal, es obvio que quiero disfrutarla.

Conversando sobre nosotros pasa el desayuno y cuando enciendo las velas con el 2 y el 9 rueda los ojos y quiere irse, pero lo retengo.

—Deja de ser una maldita caprichosa

—Oblígame. —lo reto.

—Creo que se me está antojando el pastel, pero comerlo de ti.

—¿Qué?

No me da tiempo a reaccionar cuando ya me tiene sobre su hombro volviendo a la cama.

—¡Si no lo soplas, me voy a enojar! —advierto.

—Tú sí que molestas. —se queja, pero sonrío cuando se levanta y muy obedientemente va por el paste y se sienta a mi lado sobre la cama.

Ve las luces encendidas, para después verme a mí.

—Cierra los ojos, pide un deseo y apaga las velas. —ordeno.

La mandíbula de Oleg tiembla cuando lo hace.

—¿Satisfecha?

Deja el pastel de lado mientras me empuja sobre la cama.

—Sí, ¿Qué pediste?

—Que cierres la boca.

Me desnuda sin sutileza y me gira dejando mi culo a su disposición.

—Bestia, ahí no, duele...

El azote en mi culo me hace callar para disfrutar el cosquilleo en la zona que me hace empujar mi trasero.

Dios, qué rico.

Oleg no se detiene cuando empieza a amansar mis glúteos, por mi parte trato de voltearme, pero el muy desgraciado me lo impide.

—Quieta, fiera. —posa mis manos sobre mi espalda.

Mis pechos quedan sobre la suave superficie y debo girar el rostro para no asfixiarme. Con su cinturón se encarga de dejar mis muñecas sin lugar a movimiento.

—La edad te da más ideas... —otro azote vuelve a callarme.

—Sigue hablando y obtendrás un buen castigo.

—¿Premio o Castigo? —me burlo sintiéndome muy valiente sabiendo que estoy en desventaja.

—Maldita loca.

Lo siento bajarse de la cama y rebuscar entre sus cajones, al poco tiempo vuelve. Dejando algunas cosas en la cama. De reojo las veo y mi respiración se agita con anticipación.

—Interesante. —no responde.

Me jala hasta que mis pies están al borde de la cama y me ayuda a volver a estar en mis rodillas. La expectación me tiene agitada y que se tome tanto tiempo solo para recorrer mis piernas con las yemas de sus dedos no ayuda.

—¿Grande o Pequeño?

Su tacto desaparece y debo concentrarme para poder responder.

—Grande.

—Buena elección.

—Oye, no creo que...

—Guarda silencio. —ordena.

Mi respiración sigue descompuesta y cuando siento el suave material cubrir mis ojos, sé que esto va a gustarme, nunca he estado en esta situación, pero la confianza que hay es lo que no pone negativas de mi parte mientras trato de agudizar mi oído.

***

Me encuentro en la cama con cada extremidad atada a los lados. El sudor hace que el cabello se me pegué al rostro y no tengo idea como llego el caramelo a mi cabello. La mandíbula me duele y me importa poco que algunos hilos de saliva salga de mis labios debido a la mordaza.

Ambición.Where stories live. Discover now