Muchos me llamaban la perra de la mafia.
Nunca descubrimos de dónde salió o el por qué me llamaban así. Podría ser porque era muy fiel, o porque era una grandísima hija de puta.
Prefiero dejarlo al criterio de cada uno.
Soy Betty Cooper, la que da...
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Baby I got issues, but I love myself.
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Me dirigí rápidamente hasta el auto que me llevaría hasta mi pista de aterrizaje privada.
Era muy temprano pero no importaba ya. Prefería esperar hora y media en un auto que pasarla con Jughead hablando estupideces. No era mi persona favorita en ese momento.
Cuando entré en el vehículo y me acomodé mi celular comenzó a sonar.
Iba a colgar hasta que ví el nombre de Ivy brillando en la pantalla.
—¿Si?
—¡Reg!— soltó alegre— ¿Estás libre esta noche?
—Solo tengo una hora, ya mismo— hice una mueca aunque ella no pudiera verme.
—¿Podrías venir a casa?— pidió tímidamente— Cociné pasta, no debe ser tan buena como la tuya pero..
—No hace falta que me convenzas Ivy. En 5 minutos estaré allí.
—Gracias.
Colgué y le dí al chófer la dirección del apartamento de mi amiga.
Como dije, cinco minutos después Michael ya había aparcado en el estacionamiento correspondiente al edificio.
—Vuelvo en un rato— le avisé y él asintió educadamente— Ve a tomar algo, si quieres, en lo que regreso.
—Muchas gracias, señorita— me sonrió y yo le devolví la sonrisa.
Subí por un ascensor directo al segundo piso y busqué la puerta correspondiente.
Mi amiga me abrió de inmediato con una sonrisa, que flaqueó al verme.
—¿Qué pasó?— preguntó dejándome pasar.
—Tú fuiste la que me llamó, Ivs— dije divertida.
—Si, pero te ves como la mierda.
Maldita sea, seguro que el rimel se me había corrido. Intenté disimular mientras me lo limpiaba con los dedos.
—Oh, tan dulce y encantadora como siempre— ironicé mientras nos sentamos en el sofá de la sala.
—Lo siento— pareció darse cuenta de lo que había dicho— Lo que quería decir, es que te ves triste y tienes un poco corrido el maquillaje— confirmó mis sospechas— Has estado llorando. Puedes contarme si quieres— me tomó de las manos mientras hablaba a toda velocidad.
—Estoy bien, no importa. Tú tienes toda la atención, te veías muy feliz antes de que lo arruinara— palmeé suavemente una de sus manos y ella volvió a sonreír aunque un poco menos convencida.
—Eres la primera persona a la que se lo cuento y estoy muy feliz— se emocionó— Con Sweet Pea decidimos dar el siguiente paso en la relación…
