Muchos me llamaban la perra de la mafia.
Nunca descubrimos de dónde salió o el por qué me llamaban así. Podría ser porque era muy fiel, o porque era una grandísima hija de puta.
Prefiero dejarlo al criterio de cada uno.
Soy Betty Cooper, la que da...
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Baby I got issues, but I love myself.
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Todos estábamos reunidos en mi oficina: Cheryl mi sucesora, Toni Topaz mi investigadora privada (su trabajo era prácticamente el mismo que cumplía Fangs en la mafia neoyorquina), Kevin Keller economista y abogado de la mafia italiana y yo la jefa.
Cada uno ocupaba su lugar frente al escritorio, yo estaba del otro lado.
—Muy bien. Cheryl, cuéntame de este nuevo convenio que tenías pensado— me acomodé en mi silla.
Mi prima sacó una pequeña pizarra junto con un marcador de no sé dónde y comenzó con su exposición.
—De hecho, este convenio no se me ocurrió a mí, porque ni siquiera conocía a la persona que vino a exponer su mercancía, él mismo— me incliné hacia delante, interesada en lo que me decía— ha dicho que es un emprendedor que ha comenzado hace poco en el negocio y busca… negocios grandes y favorables, que lo saquen a flote lo más rápido posible.
—Por supuesto, y tú le creíste— alcé una ceja.
—Solo estoy diciendo lo que esta persona me dijo— se defendió.
—Muy bien. Sigue.
Kevin ahogó una risita y yo solo lo miré, él se recompuso al instante.
Ya veremos si le gusta que lo humillen a él también.
—Bueno, ofrece mercancía a muy buen precio. Mejor del precio al que la estamos trabajando con el proveedor actual, que ha hablado de un aumento la última vez, permíteme recordarte.— defendió la pelirroja— Además, son pastillas de color celeste.
—¿Qué tiene que ver el color?— fruncí el ceño.
—Es un lindo color— se cruzó de brazos, muy digna.
Todos la miramos con la misma expresión, como si fuera estúpida. Comenzó a ponerse roja de la indignación.
—Muy bien— asentí resignada— pero aún no me has dicho ni el nombre de este emprendedor novato, ni la mercancía que trabaja.
Todo rastro de enojo se esfumó. Cheryl se dió cuenta de su error y sonrió nerviosa, disculpándose con la mirada. Yo le quité importancia sonriéndole también.
Mi prima era muy dedicada en su trabajo y sabía que yo era una persona muy exigente, así que trataba de no equivocarse, mucho menos en mi presencia. Por lo que, si llegaba a olvidar algún detalle, aunque fuera muy mínimo, se ponía nerviosa.
Toni se encargó del trabajo de Cheryl y me entregó una serie de documentos. Yo me dispuse a revisarlos mientras ella explicaba que era cada uno de ellos.
—Su nombre es Chadwick Gekko. Cumplió 23 años hace dos semanas y un día. Nació en Inglaterra pero tiene nacionalidad italiana desde muy pequeño, específicamente, desde los tres años.
