♔ Capítulo setenta y dos ♚

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Baby I got issues, but I love myself

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Baby I got issues, but I love myself.

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El timbre acababa de sonar y la puerta de entrada ya había sido abierta. En ese instante Chadwick estaba cruzando la sala guiado por Cheryl para llegar a mi encuentro.

Cuando ambos ingresaron en el comedor, yo los estaba esperando de pie junto a la mesa.

El chico se quedó un poco pasmado al verme, seguro ya había visto fotos mías o tal vez no y me imaginaba de una manera muy diferente. Todo era muy incierto con Hiram Lodge y como manejaba a sus empleados.

En ese momento de pasmo, mi prima aprovechó y desapareció de la habitación, dejándonos solos.

Chadwick se había quedado detenido a unos metros de distancia, así que sonreí lo más cálida que pude y lo invité a acercarse y tomar asiento.

—No muerdo—bromeé.

Soltó una risa de incomodidad pura como respuesta y optó por sentarse, yo lo imité un segundo después.

No esperamos más que unos segundos para que apareciera el primer mesero acompañado del primer chef. Nos sirvieron la entrada y pude ver como Chadwick olfateó el primer bocado antes de meterlo en su boca, tomé la decisión de no decirle nada, pero ya me estaba pareciendo un tipo de muy malos modales.

—¿Esto tiene nuez?—consultó después de tragar.

Luché por no rodar los ojos, acababan de explicarle con lujos y detalles lo que estaba comiendo.

—El chef nos comentó hace un minuto que tiene almendras. ¿Por qué? ¿Hay algún problema? Si no le gusta la comida podemos cambiar el plato.

Estuve a punto de tomar la campanilla que descansaba sobre la mesa, pero él me detuvo.

—No no no. No hace falta. Lo que sucede es que soy alérgico a las nueces. Debo tener mucho cuidado con ello.

Sonreí suavemente para calmar sus nervios por contradecirme.

—Conozco sus alergias, Gekko. No tiene nada de que preocuparse.

—Me ha investigado bien—bromeó, sin embargo le costó ocultar sus segundas intenciones detrás de ese comentario.

—Solo lo justo y necesario. Comprenderá que no soy una aficionada de permitir el ingreso de personas desconocidas a mi casa.

Terminamos la entrada, tomamos la sopa y ya íbamos por el plato principal.

Ya habíamos hablado del clima, el sabor de las comidas y hasta de las jodidas cortinas. Pero eso no era nada que me fuera a servir a la hora de enfrentarme a su jefe.

Sin embargo, Chadwick ya se veía un poco desconcertado por la cantidad de gente que le había servido y cada tanto hacia un esfuerzo para poder tragar.

—¿No le gusta la comida?—pregunté al verlo repetir la misma expresión de dificultad.

—Está deliciosa—sonrió, sus ojos estaban un poco llorosos.

Asentí y me mantuve un momento en silencio.

—¿Conoce el motivo de esta cena, Gekko?—volví a hablar, dejando los rodeos de lado.

—Puedo suponer algunos posibles motivos.

—¿Cómo cuáles?

—Nuestro trato o las dificultades que le causé al principio. Me gustaría disculparme por ello, algunas de las personas que tengo a cargo no hacen bien su trabajo.

Me encogí de hombros casi imperceptiblemente restando importancia a su preocupación.

—¿No puede deducir algún otro motivo?

—No, la verdad es que no.

Estaba fingiendo casi perfectamente, pero estaba nervioso y sus ojos lo decían a gritos. Chadwick Gekko sabía perfectamente cual era el motivo de la invitación.

—Eso es porque no hay otro motivo más que los dos que nombró—le seguí la corriente.

Masticó el último bocado con alivio, pero casi al instante comenzó a toser.

—¿Está bien? ¿Quiere que llame a un médico?—consulté como quien consulta la hora.

Bebió un poco de agua y negó con la cabeza.

—Me ahogué nada más, pero estoy perfectamente.

Hice sonar la campanilla una última vez y enseguida estábamos degustando el postre .

Chadwick cada tanto se aclaraba la garganta y miraba con desconfianza a la puerta de la cocina.

—Tiene mucha gente trabajando para usted—comentó con dificultad después de un rato.

—Son los privilegios de poder pagarlo—me encogí de hombros.

—Claro, aunque... a veces eso puede... ser un poco contradic...torio.

Cada vez hablaba más pausado y lento, se le enredaban algunas palabras. Hice lo posible por ocultar mi sonrisa al verlo tan afectado.

—¿Por qué opina eso? ¿Porque al tener tantos es más complicado manejar manejarlos?—él asintió como pudo—. Lo lamento, no tengo los mismos ideales que su jefe, que tiene 3 o 4 empleados y además son incompetentes porque se dejan envenenar—lo señalé.

Alcancé a ver su expresión de sorpresa antes de que cayera al suelo inconsciente.

De inmediato aparecieron dos de mis hombres y lo levantaron.

—Llévenlo al sótano,  ya saben que hacer. Avísenle al médico que le suministre algo para las alergias y avísenme cuando despierte.

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The mafia bitch Where stories live. Discover now