Muchos me llamaban la perra de la mafia.
Nunca descubrimos de dónde salió o el por qué me llamaban así. Podría ser porque era muy fiel, o porque era una grandísima hija de puta.
Prefiero dejarlo al criterio de cada uno.
Soy Betty Cooper, la que da...
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Baby I got issues, but I love myself.
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Estaba llegando al barrio y ya se había hecho de noche, así que decidí ir directamente al bar.
Michael estacionó el auto en el callejón que estaba justo al lado, donde estaba la puerta de atrás.
Llegué a la dichosa puerta y me encontré de frente con dos guardias.
Al parecer, a Marky no se le fue la paranoia.
Uno me detuvo cuando quise abrir la puerta. Dí un paso hacia atrás y lo miré extrañada.
—¿Su identificación, señorita?
—¿Es en serio?— fruncí el ceño.
Él solo me miraba esperando a que le diera la maldita identificación mientras su compañero me analizaba con la vista.
Suspiré y saqué mi carnet falso.
—Regina Monroe— leyó en voz alta.
—Esa soy yo. Trabajo aquí— le expliqué innecesariamente.
El otro dejó de inspeccionarme para darle un golpe en el brazo al tipo que me estaba devolviendo mi carnet.
—Es la chica del jefe, idiota— lo regañó por lo bajo.
—Oh— me miró con los ojos muy abiertos y ambos se apartaron de la puerta— Pase, señorita Monroe.
Ambos se apartaron al mismo tiempo y uno me abrió la puerta.
Subí unas cortas escaleritas de metal— que es lo único a lo que daban esa puerta— y abrí otra puerta más, llegando a la zona común del bar.
Estaba un poco vacío, pero aún era temprano así que no me extrañó.
Subí a la zona VIP y me encontré solo con las chicas que atendían la barra y con Ivy sentada en uno de los taburetes. Los chicos aún no habían llegado.
—Ivs, hola— saludé a mi amiga y me senté en el banquito que estaba junto al suyo.
—Hola, Reg. Hacía mucho que no te veía— me dió un corto abrazo al cual correspondí.
—Sí, he estado un poco ocupada— señalé la barra con la cabeza.
—Yo igual, los exámenes finales me están matando— suspiró lastimera.
—Tranquila, te irá bien. Eres la chica más inteligente que conozco.
Me sonrió dulcemente.
—Te quiero tanto— me abrazó otra vez.
No me había dado cuenta de lo mucho que necesitaba un abrazo hasta ese momento. Había estado tanto tiempo estresada y enfocada en el trabajo e Ivy con un simple abrazo me ayudó a tranquilizarme.
