Muchos me llamaban la perra de la mafia.
Nunca descubrimos de dónde salió o el por qué me llamaban así. Podría ser porque era muy fiel, o porque era una grandísima hija de puta.
Prefiero dejarlo al criterio de cada uno.
Soy Betty Cooper, la que da...
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Baby I got issues, but I love myself.
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No podía dejar de pensar en el pedido de Dorian. Ni en las palabras crueles de Jughead. Ni en la carta de Mark. Ni en las fotos de Hiram. Mucho menos en la llamada que tenia que hacer desde el día anterior.
Con respecto al menor de los Jones, no tenía idea de que hacer. Siempre había sido una chica muy decidida, pero las cosas habían cambiado y yo con ellas.
¿Quería volver a ser libremente Betty Cooper? Más que nada, ¿Era el mejor momento para quitarme la máscara? En lo absoluto. Aunque, si lo hacía, también me facilitaría muchas cosas con mi plan personal.
Solté un quejido mientras me estiraba en mi cama, me deslicé un poco hasta que mis pies tocaron el suelo y pude enderezarme.
Quería preguntarle a Mark que opinaba, pero temía lo que fuera a pasar cuando le llamara. Todavía tenia que explicarle lo de mi aborto y, aunque sabía que no me iba a juzgar, no quería enfrentarme a su lástima.
¿Desde cuándo eres tan gallina?
¿Disculpa?
Si, hace un mes hubieses tomado ese teléfono y pulsado el botón verde sin dudarlo.
Eso era cierto, me estaba volviendo una cobarde, ¿Desde cuándo tenía miedo de lo que Mark fuera a pensar de mí?
Caminé con la mayor convicción que pude reunir hasta la sala y tomé mi celular de la mesa enana. Yo era cualquier cosa menos cobarde.
Busqué el contacto de mi amigo y lo llamé. Al tercer tono empecé a replantearme si era una buena idea, pero Mark no me dio tiempo de arrepentirme.
—¿Hola?
Tenía la voz ronca, se notaba que acababa de despertarse.
—Lo siento ¿Te desperté?
—¿Betty?— se aclaró la garganta— Claro que no, solo estaba tomando una siesta. ¿Estás bien?
—Si... se podría decir que estoy bien. ¿Tú estás bien?
¿Por qué hablaba tan tímidamente? Me sentí una idiota.
—Ahora que escucho tu voz, si, estoy bien.
Eso me hizo sonreír por alguna razón.
—Te llamaba para decirte que leí tu nota...
—¿Y...?
—Y... quiero agradecerte por no juzgarme.
—¿Por qué iba a juzgarte? Para eso ya está Jughead.
—Ni me lo nombres, me sacaría los ojos para no tener que verle la cara nunca más— hablé hastiada.
—Sería un desperdicio, tus ojos se ven muy bien en tu rostro.
