Muchos me llamaban la perra de la mafia.
Nunca descubrimos de dónde salió o el por qué me llamaban así. Podría ser porque era muy fiel, o porque era una grandísima hija de puta.
Prefiero dejarlo al criterio de cada uno.
Soy Betty Cooper, la que da...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Baby I got issues, but I love myself.
◞───────⊰·•·⊱───────◟
Al final, si firmamos el contrato con Gekko, a pesar de las locas conclusiones que tenía mi prima respecto a él. Y que yo también estaba de acuerdo con algunas.
Por todos lados, igual salíamos ganando. La mercancía era buena, a un buen precio. Y, en el caso de que Chadwick solo fuera un estafador que quisiera hacerme daño, ya conocen el lema "ten a tus amigos cerca y a tus enemigos más cerca".
Claro estaba que no me iba a descuidar.
Había arribado por la tarde a New York, pero no les había avisado nada a los chicos. Al ser el arreglo bastante rápido, terminamos antes de lo previsto y decidí volver luego de dejar todo expresamente en orden.
Prácticamente obligué a los hombres de Mark a que no avisaran nada acerca de mi retorno.
A ver, dicho así, sonaba mal. Yo los quería un montón, pero luego de un viaje de tantas horas, no tenía ni ánimos ni paciencia para soportar a esos cinco chicos en mi casa.
Siempre tan amorosa.
Así que decidí que ya los vería y sorprendería en el bar. Y eso estaba a punto de hacer.
Tenía puesto un precioso vestido violeta de satén, que había traído de Italia, e iba perfectamente maquillada y peinada. No me bajaban de la terraza ni a pedradas, ¿Así o más claro?
Llegué a nuestro privado, allí estaban todos, incluida Ivy y unas dos chicas más, entre ellas… la morena que ahora ocupaba mi lugar.
Me aclaré la garganta, justo detrás de ella, y todos se giraron hacia mí con poco interés. En cuanto me vieron, todos tuvieron la misma reacción: ojos un poquito más grandes de lo normal y labios entreabiertos. Menos Mark, que no se inmutaba ni con una bomba a punto de estallar a su lado, y las dos chicas, que no entendían nada.
El pequeño rostro de Ivy se iluminó y sonrió un poco, fue la primera en reaccionar y levantarse para abrazarme. Podría decir que ya nos llevábamos mejor que bien.
Mira tú, tu primera amiga.
Tampoco nos precipitemos.
—¡Reg!— me chilló en el oído, puse una mueca cuando casi me reventó el tímpano— ¡Cuánto te he extrañado!— me zarandeó un poco y luego se separó de golpe. Ahora parecía indignada— ¿Por qué te fuiste sin decirme nada? ¿Desde cuándo piensas que puedes hacer esas cosas?— me recriminó.
—Yo… estem… he… yo… tenido…— intenté formular rápidamente, pero el ataque me había tomado desprevenida.
—No puedes simplemente tomar tus cosas e irte. ¿No piensas que hay gente que se preocupa por ti?— se señaló a sí misma— Eres una inconsciente.
