♔ Capítulo cincuenta y cuatro ♚

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Baby I got issues, but I love myself

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Baby I got issues, but I love myself.

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Me tambaleé un poco hasta que me estabilicé bien sobre mis tacones.

En un par de zancadas, Mark se plantó frente a Jughead y lo tomó del cuello.

—¡¿Estás loco!? ¿Cómo la vas a empujar así?

—Me cansé, Mark. No hace más que joderme y esperar que yo limpie la mierda de sus decisiones.

Las manos de mi prima se posaron en mis hombros en una señal de apoyo, eso fue lo necesario para que terminara de enojarme. No quería la lástima de nadie.

Le dí un apretón a sus manos y caminé hacia donde se estaba formando la riña.

Aparté suavemente a mi defensor y miré a Jughead de frente. El sentimiento en nuestras miradas cambió tan rápido que el frío en sus ojos casi me tomó desprevenida, pero no me dejé intimidar.

Simplemente empuñé mino derecha y tomé envión para encajar mi puño en la unión de su ojo y su nariz.

No temía que se abalanzara sobre mí, después de tantos años a la par conocía hasta el mínimo de sus trucos.

Lo único que se oyó en toda la habitación fue el crujido de mis nudillos con sus huesos faciales y los gritos ahogados de Ivy y Verónica.

—Vete a la mierda, Jughead.

Le pasé por un lado y volví a la fiesta, sonriendo como si nada de todo lo que pasó bajo la pista de baile hubiese pasado.

Me acerqué a la barra y consulté por mi bolso, que debía estar guardado junto con todos los de los demás invitados en la habitación del fondo.

Una chica al reconocerme, simplemente me dio la llave para que la pudiera buscar por mi misma. La tomé y pasé directo al dormitorio.

Era casi igual que el que había en el bar de los Jones, nada más que este era un poco más espacioso. Busqué el bolso en el único armario bajo llave que había ahí y lo tomé.

En cuando me estaba enderezando, escuché como la puerta detrás de mí se cerraba. Alguien había entrado.

Me di vuelta, sintiendo más que nunca la daga que guardaba en el portaligas de mi muslo.

El alivio fue inmediato cuando sólo ví a mi prima ahí parada, jugando con sus manos como cada vez que se ponía nerviosa.

—Yo...em...yo...—tartamudeó.

—Lamento no habértelo dicho antes. Ni haberte comunicado sobre mi decisión de dejar de ocultarme. Ni haberme comunicado contigo en lo absoluto.

Cheryl asintió, supongo que aceptando mis disculpas. Aunque seguía sin acercarse.

—¿Por qué no me lo dijiste? ¿Creíste que te iba a juzgar?

Me desplacé hasta quedar sentada en el suelo.

—El plan inicial era que nadie lo supiera. Pero olvidé que Jughead es un maldito entrometido, se enteró por sus propios medios y se lo contó a todos.

—Está muy cambiado.

—Una vagina te puede volver loco.

—Si, tengo algo de conocimiento en eso...

Yo había aferrado mi mirada al piso para evitar llorar, mientras que ella me acechaba desde su lugar junto a la entrada.

—Supongo que no he hablado contigo desde que pasó todo esto porque no iba a poder ocultartelo... creí que si al menos tú no lo sabías, ese mal recuerdo se iba a quedar en New York y podría olvidarlo todo cuando volviera a Venecia— suspiré para quitarme las ganas de llorar—. Ahora me estoy dando cuenta de lo patética que soy, lo siento.

—No eres patética. Un aborto es muy difícil de afrontar y tampoco es una decisión que se toma a la ligera.

Al final se acercó y se sentó junto a mí para poder abrazarme bien. Apoyé mi cabeza en ella y dejé salir un par de lágrimas.

—Te amo. Eres lo más importante y estable que tengo—lloriqueé.

—Lo mismo digo, prima.

No sé cuánto tiempo me sostuvo entre sus brazos, pero cuando fui a ver mi maquillaje ya estaba todo corrido. Lo arreglé como pude y le envié un mensaje a Michael para que fuera a buscarme.

—¿Te quedarás conmigo? ¿O ya buscaste un hotel de lujo donde hacerlo?

—No hay mayor lujo que una pijamada con Betty Cooper.

Sonreí levemente y ambas salimos de la habitación, cerrandola con llave.

Nos encontramos con Mark y Sweet cuando fuimos a devolver la llave y aprovechamos para saludarlos.

—¿Ya se van?— preguntó Sweet Pea.

—Si, es demasiada diversión para una sola noche.

Él sonrió ante mi ironía.

—Déjale saludos a Ivy de mi parte, me hubiera gustado conocerla mejor—pidió Cheryl.

—Claro, lo haré. Fue un gusto conocerte, Cheryl.

Ella le sonrió.

—¿Quieren que las lleve?—Mark habló por fin.

—Michael me está esperando fuera, pero gracias por ofrecerte.

Él simplemente asintió ante mí respuesta.

—Bueno, nos vemos mañana—continué.

Besé las mejillas de ambos y mi prima simplemente les hizo un gesto con la mano.

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The mafia bitch Where stories live. Discover now