♔ Capítulo sesenta y dos ♚

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Baby I got issues, but I love myself

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Baby I got issues, but I love myself.

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Cheryl se marchó la noche anterior, mientras ella disfrutaba de Venecia yo daba órdenes en todas las direcciones para que la empresa de fletes que había contratado cargara las pertenencias de mi padre correctamente en el camión.

—No te imaginas cuánto extrañaba el café de aquí y eso que solo estuve dos días en New York.—habló mi prima en el teléfono.

—Ya ni recuerdo su sabor, si debo ser honesta... ¡Agarra bien esa caja! ¡Si dice FRÁGIL en letras rojas, significa que lo es! ¡No puedes llevarla bajo un solo brazo como si fuera cualquier cosa!
La empleada me observó asustada mientras acomodaba la caja sobre sus dos brazos y continuaba su camino hacia el carro.

—Okeyyy, si estás ocupada puedo llamarte luego.

—Lo siento, ya estoy de nuevo contigo... lo que sucede es que ¡Si no fueran tan imprudentes!—miré mal a un chico que iba empujando otra caja de malas maneras—¡Por cada cosa que se rompa, romperé uno de tus huesos!

—¿Por qué no enviaste a alguno de tus empleados para que supervise la carga?

—La mayoría está en Venecia y no confío las cosas de mi familia en cualquiera.

Continué observando que los demás hicieran bien su trabajo, al parecer la amenaza había hecho efecto porque todos le pusieron más empeño al transporte de cajas.

—¿No piensas que deberías ceder un poco?—propuso.

Podía imaginarme su expresión de lástima por las "pobres personas a mi cargo".

—No. Cuando cedo lo hacen todo mal.

La oí suspirar y aclarar su garganta.

—Bien, te dejaré para que sigas castigando personas con tus malos tratos. Nos vemos mañana ¡No puedo esperar!

Claro, yo siempre era la mala de la película.

—Nos vemos, Cher. Te quiero.

Finalmente sonreí porque faltaba poco para volver a mi país y continué mi supervición un poco más contenta, escuchar a mi prima hablar de cualquier cosa me hacia genuinamente feliz. Aunque generalmente solo me regañara por mi mal humor.

Después de media hora más de regaños la carga había terminado en perfectas condiciones. Las cosas que antes rellenaban la oficina de mi padre se encontraban a bordo y el flete se marchó con dirección a mi pista privada, donde las pertenencias de mi padre serían transferidas a un avión de carga para ser enviadas a mi ciudad natal.

Me adentré en la central de la mafia neoyorkina para poder despedirme del lugar y los recuerdos que albergaban en él. Si, aunque no lo pareciera, el drama era mi vida.

Había sido directamente echada por FP así que no volvería a pisar ese lugar nunca más.

Me entristecía decirle adiós al lugar en el que había entrenado, aprendido y prácticamente vivido durante casi la mitad de mi vida... pero las cosas se terminan y no hay nada que hacer al respecto.

Pasé de largo el despacho de mi padre y subí directamente al siguiente piso, donde se encontraba la gigante biblioteca que me arropó durante años con sus libros polvorientos e historias extraordinarias.

Recuerdo haberlos leído todos al menos una vez, hasta los de física cuántica que terminarían por servirme para nada.

Acaricié el lomo de varios de mis libros favoritos, especialmente el de Don Quijote de La Mancha. A esa historia la apreciaba un poquito más que a las otras, era la que leía junto con Dorian en un intento de distraerlo de su nueva atención por las drogas cuando teníamos 14 y 15 años... funcionó por un tiempo, pero todos podemos adivinar que no fue de gran utilidad.

—Puedes llevártelo como un recuerdo.

Me volteé ante el sonido de su voz. No había escuchado sus pasos acercarse.

—No me pertenece—me encogí de hombros.

Lo miré mientras se rascaba la nariz, siempre estaba tan pálido y delgado, prácticamente consumido por la cocaina.

Debió adivinar mi pensamiento, porque rápidamente quitó su mano de su rostro y sonrió suavemente.

—Sé que piensas que no sirvió para nada, pero fuiste un pilar importante en ese momento. Es mi libro favorito y ni siquiera recuerdo muy bien de qué trata.

Sonreí también, un poco desanimada por como se habían dado las cosas.

—Me alegra saber eso—Tomé el libro de la estantería y me acerqué a él para ofrecérselo—.Deberías tenerlo para cada vez que lo necesites.

No lo aceptó, pero me miró divertido.

—En realidad, lo que más me gustaba era oírte leyéndolo.

—Seguro puedes conseguir a alguien que te lo lea—insistí.

—Estoy seguro de que no, pero gracias por intentarlo.

Tomó el libro en sus manos y lo devolvió a su lugar, luego me abrazó por los hombros y me estrechó contra él. Creo que pude sentir su necesidad en ese simple gesto, definitivamente íbamos a echarnos de menos el uno al otro.

—Prométeme que volverás para leérmelo una vez más.

Lo rodeé con mis brazos por su cintura y coloqué mi cabeza en el espacio entre su hombro y su mandíbula.

Aspiré el olor de su perfume, no sabía por cuánto tiempo estaría sin sentirlo y si para cuando volviera él seguiría oliendo igual o si simplemente me estaría esperando como cada vez que regresaba de Venecia.

—Sólo si tú me prometes que estarás dispuesto a escucharme hacerlo.

—Siempre estaré dispuesto a escucharte, Betty. Nos veremos más pronto que tarde, quédate tranquila.

—Claro que sí. Porque tú estarás esperándome.

Quise confirmarlo porque lo necesitaba, necesitaba saber que al menos para alguien era importante en New York.

—Te esperaré toda la vida de ser necesario. Te quiero, hermanita.

—Te quiero.

Dejó un beso en mi frente y me soltó. Cuando lo hizo me dirigí hacia la salida, tenía unas paradas más que hacer.

Abrí la puerta pero me volví para verlo una vez más, sabía que no podría verlo de nuevo antes de tomar el avión. Lo observé admirar el espacio con anhelo, quizás añorando tiempos mejores.
Tenía una cosa más para decirle:

—Oye, Dor.

—¿Si?—consultó aún con la mirada puesta en los libros.

—¿Recuerdas cuando abandonaste contabilidad porque Jughead te lo demandó?—él simplemente asintió con un movimiento de cabeza—. Yo siempre creí que las matemáticas se te dan muy bien.

No me quedé a esperar una respuesta que sabía que nunca llegaría, solo cerré la puerta detrás de mí y me volví a las escaleras para bajarlas nuevamente.

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The mafia bitch Where stories live. Discover now