♔ Capítulo treinta y dos ♚

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Baby I got issues, but I love myself

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Baby I got issues, but I love myself.

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Podía contar con los dedos de una sola mano las veces que pisé el departamento de Mark.

No solíamos tener una relación tan cercana como con los otros chicos y él era súper reservado con sus cosas, imagínense como lo era con su cueva.

-No era necesario que subieras conmigo ¿Sabes?

Dijo divertido mientras se quitaba la chaqueta y la dejaba en el perchero de la entrada.

Yo no hice lo mismo y él alzó una ceja, con la pregunta en sus ojos.

-Solo vengo a asegurarme de que descanses y me iré.

-Nadie te está echando, Betty.

-Eso pareció con tu primer comentario, Marky- alcé una ceja al igual que él y sonrió.

-Lamento que haya parecido eso, vamos, quítate esto.

Se colocó a mis espaldas y tiró suavemente de las solapas de mi tapado para quitarmelo, una vez que lo hizo, lo colocó junto a su abrigo y me guió hasta la sala.

-Toma asiento, prepararé té.

-Lo prepararé yo, tú ve a recostarte.

Me encaminé hacia la cocina, pero Mark era más terco que yo y me detuvo por los hombros para obligarme a voltear en dirección al sofá.

-Te dije que tomes asiento, ahora eres mi invitada.

Con poca delicadeza me quité sus manos de encima y volví a girarme para verlo.

Si sigues así te vas a marear.

-Tú no me invitaste, me metí a tu casa a pesar de tus quejas y también me meteré en tu cocina a pesar de tus quejas- aclaré y le pasé por un lado.

-A ver cuando te metes en mi cama, aunque no me quejaré- se burló y lo miré entre divertida y molesta.

-¿A que me voy y te dejo hundirte en tu miseria?

-Por favor, no lo hagas o caeré en depresión- dramatizó.

Suspiré y me crucé de brazos.

-Ve a ducharte y a recostarte. Quiero que estés en la cama para cuando vaya o sufrirás las consecuencias.

-No tengo gripe, ni soy un niño, Betty.

-Ve.

Me crucé de brazos y él suspiró como si la vida le pesara toneladas.

-Como usted mande, mi señora.

Luego de hacer una ridícula reverencia, desapareció por el pasillo. Minutos después oí caer el agua de la ducha.

Me dispuse a hacer lo mismo que en la cocina de la central, dejando unos minutos de margen para que se acomodara tranquilo, no quería verme expuesta a la incomodidad de encontrarme a Mark desnudo.

Coloqué todo en una bandeja plateada y lo llevé a su habitación, sonreí orgullosa cuando lo ví esperándome con la espalda apoyada en el respaldo de su enorme cama tamaño King.

-Veo que sabes seguir órdenes.

-No quería enfrentarme a tu ira brutal- se burló.

Decidí ignorar su comentario y tomé asiento a su lado, le ofrecí una taza y la tomó con una mirada de agradecimiento.

Recorrí la habitación con la mirada, era tan Mark que dolía: toda en tonos grises y algún que otro almohadón blanco para resaltar, tenía una colección de perfumes perfectamente acomodada en una pequeña vitrina de vidrio, pero se notaba que siempre usaba el mismo que estaba casi vacío en frente de todos; las cortinas estaban medio abiertas para que entrara luz natural y estaba segura de que si abría un cajón me encontraría con todos sus pares de medias ordenadas por color.

-¿Qué hacías en la central?- preguntó en un murmullo.

Inevitablemente me recordó que debía hablar con Toni cuánto antes.

-Te lo dije en su momento- me encogí de hombros, aún sin mirarlo.

-Si... pero no me lo creo del todo.

Me volteé para encontrarme con esos penetrantes ojos azules que ya volvían a juzgarme otra vez.

-No necesito que me creas, Mark.

-¿Es tan difícil decirme la verdad?

-¿Es tan difícil mantenerte alejado de mis asuntos?

Suspiró y bajó la mirada a su taza.

-Tienes razón, ya me lo habías dicho antes de irte a Italia.

Joder... ya volvíamos a estar mal.

-Te dije mis razones, solo te protejo- le recordé- solo que tú no lo valoras.

Dejó su taza con pesadez sobre la mesita de noche y tomó una de mis manos, no me aparté.

-Lo siento, Betty.

Eso me tomó por sorpresa, no pude disimularlo cuando volví a verlo de vuelta. Parecía repentinamente avergonzado.

-Lamento ser un imbécil contigo, cuando eres la persona que más se ha preocupado por mí en mi jodida vida...

-Mark... yo no...- intenté decir algo pero me había quedado en blanco.

-...Dije cosas que no debí decir y que realmente no pienso- continuó- no eres una zorra, menos la de Jughead, eres una puta jefa que se preocupa por su gente y que puso la cara a pesar de no tener ni idea de como se maneja una mafia. Nadie tendría la valentía que tienes tú y lamento no haberlo reconocido antes. Gracias por preocuparte por mí a pesar de como te traté.

Tragué grueso.

-Te prometí que estaría siempre que me necesitaras- susurré, aún procesando sus palabras.

-Y te lo agradezco por cumplirlo, nadie me había dicho eso en serio nunca.

-Tengo palabra de oro, Marky- sonreí levemente y también me sonrió- Fuí a la central a buscar unos papeles de mi padre, encontré un contrato que lo vincula con Lodge- me sinceré.

Se puso en alerta de inmediato.

-¿Eso qué significa?

-Aún no confirmo mis sospechas, pero en cuanto lo haga serás el primero en saberlo.

-Está bien...

Ahora descansa, tengo que hacer una llamada así que me iré a casa.

Intenté levantarme pero Mark tiró de la mano que aún apresaba, volví a sentarme.

-¿No quieres quedarte? Puedes hacer la llamada en la sala, prometo que no escucharé.

Sonreí divertida ante la ironía de la situación, antes no me hubiera dejado pasar la puerta de entrada y ahora no quería que me fuera.

-Quizás otro día. ¿Te veré está noche en el bar?

-Seguro.

-Bien, adiós, Mark.

Esta vez me dejó ir y escuché su despedida antes de salir de la habitación.

Comencé a marcar el número de Toni apenas cerré la puerta, debía encargarme de eso rápido.

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Me causa mucha tristeza y ternura como Mark y Betty prácticamente no recibieron amor de pequeños y, sin embargo, están aprendiendo juntos a como demostrarlo sin toxicidad de por medio.

The mafia bitch Where stories live. Discover now