♔ Capítulo treinta ♚

85 19 1
                                    

Baby I got issues, but I love myself

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Baby I got issues, but I love myself.


◞───────⊰·•·⊱───────◟

Eran las 4am del viernes y yo recién estaba armando mi maleta para volver a New York.

Que sorpresa.

Brail había terminado exitosamente con el trabajo y en el tiempo acordado, así que dos horas más tarde tomaríamos el vuelo que nos devolvería a la gran ciudad.

Toni había rastreado a Chadwick pero el chico no se había vuelto a reunir con Hiram. En ese momento se hallaba en Londres y Hiram en New York.

Lo bastante lejos para quedarse tranquilos, al menos por un tiempo.

Bajé las escaleras a las 5 de la mañana, el sol aún no había salido. Desayuné junto a Brail y Cheryl en completo silencio, hasta que llegó la hora de las despedidas.

Mi prima me tenía presa entre sus brazos en la puerta de entrada y no se dignaba a soltarme.

—Cher… me tengo que ir.

—30 segundos más— volvió a pedir y yo suspiré.

—Nos volveremos a ver en menos de lo que piensas. Cuando menos lo notes estaremos sentadas en el jardín tomando un té.

—Si, en un año seguro. Conociendo lo insensible que eres.

—Cheryl nunca había dejado de ser una niña berrinchuda. Pero me había acostumbrado a ella y ,si no me hacía berrinches, probablemente moriría de tristeza.

—Te prometo que no permitiré que pase tanto tiempo sin volver a verte, prima mía— suspiré y la rodeé con mis brazos— te amo más que a nadie en el planeta Tierra y sufro de abstinencia si no te veo seguido.

Menos mal que Brail me esperaba en el auto, sino estaría muriendo de vergüenza.

—Te amo mucho, Elizabeth.

—Te amo mucho más.

Finalmente me soltó y suspiró con amargura.

A veces me recordaba tanto a Ivy.

—No te retengo más, vete de una vez antes de que me arrepienta.

—Está bien— murmuré divertida.

Cuando fui a subirme al auto, Brail y el chófer me estaban esperando así que me coloqué apresuradamente el cinturón de seguridad y partimos hasta la pista privada.

Para cuándo se hizo el mediodía yo estaba bajando del avión, ya en suelo americano.

Lo que me sorprendió fue no ver a ningún hombre de Mark esperándome, al parecer él también estaba enojado.

O teme que te enojes aún más.

Solo estaban mis dos guardias de confianza con los que me había contactado antes de emprender viaje.

Me despedí de Brail y me dirigí a mi vehículo, seguida de los guardias.

—Llévame a la central— le pedí a Michael, que estaba sentado en el asiento del conductor.

—¿No prefiere descansar un rato, señorita?

—Estoy bien, solo haz lo que te pido— respondí amablemente.

El chico simplemente asintió y puso el auto en marcha.

El nudo que tenía en el estómago se apretaba más y más a medida que nos acercabamos a la central, pero no podía evitar ir allí por siempre. Algún día tenía que perder el repudio.

—Llegamos.

Bajé del auto sin decir una palabra y acomodé el bolso que colgaba de mi hombro.

—Buenos días— saludé a los guardias de Jughead.

—Buenos días, señorita Cooper.

Ellos me conocían desde el momento en que llegué a la ciudad, antes eran los guardias de FP —el padre de Jughead—, pero pasaron a ser empleados de su hijo en cuanto este tomó el mando de la mafia neoyorkina.

El lugar estaba completamente vacío, como la vez anterior que había ido. No le presté mucha atención a eso y subí las escaleras hasta llegar al despacho de mi padre lo más rápido que pude.

Necesitaba aclarar mis sospechas más de lo que creía.

Y si no había nada en Italia, significaba que había movido todo hasta aquí para protegerse.

Busqué en cada maldito cajón, en cada rincón y todos los escondites secretos de la estúpida habitación. No encontraba una puta mierda.

Me estaba empezando a dar por vencida, cuando en el escondite del último cajón del escritorio encontré un papel cuya firma me llamó mucho la atención.

—Esto tiene que tener algo que ver. No puedo estar tan loca— murmuré para mí misma.

Estás hablando sola, creo que estás bastante loca.

El papel en cuestión, era un contrato donde papá aseguraba vender unos terrenos, a una cantidad desmesurada de dinero, a nada más y nada menos que Hiram Lodge.

Lo que más me hizo ruido fue la fecha en la que se llevó a cabo. El documento había sido firmado dos meses antes del ataque en mi casa en Italia.

Me cuadraron muchas cosas en ese momento, pero aún no podía confirmar nada. Tenía que comunicarme con Toni y Kevin lo más rápido posible.

Escuché movimiento en el pasillo y decidí que terminaría de leerlo en casa, para luego poder hablar bien con mis empleados.

Guardé cuidadosamente el contrato en mi bolso y me apresuré a dejar todo como estaba antes. Cerré cada cajón y escondite, acomodé hasta los adornos y los estúpidos portaretratos que tenían fotos mías y de mi madre.

Vaya farsante.

Procuré que eso último no me afectara y salí de la oficina, cerrando la puerta detrás de mí.

Frené en seco cuando me encontré de frente a la última persona que esperaría cruzarme por ahí.

Él también lo hizo al verme, parecía bastante nervioso para ser él.

—¿Betty? No sabía que llegarías tan temprano.

—Hola, Mark.

◝───────⊰·•·⊱───────◜

The mafia bitch Donde viven las historias. Descúbrelo ahora