♔ Capítulo sesenta y cinco ♚

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Baby I got issues, but I love myself

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Baby I got issues, but I love myself.

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Pasé por casa solo para cambiarme rápido de vestimenta, había quedado con Ivy para almorzar en su casa y ya estaba llegando tarde. Menos mal que ahora que se había mudado con Sweet Pea la tenía a sólo unas cuadras de distancia.

Me coloqué unos pantalones anchos y botas negras. Una polera violeta me cubría del frío y para colaborar con la causa agregué mi tapado favorito negro hasta las rodillas, no tenía ni una gota de maquillaje pero no sería necesario y mi cabello quedó suelto y desordenado como siempre.

En 15 minutos más ya estaba golpeando la puerta de mi mejor amiga, quién rápidamente me recibió con un abrazo y un beso en la mejilla.

—Lamento la tardanza— dejé mi abrigo y mi bolso en el perchero de la entrada y la seguí hasta el comedor—. Estuve ocupada desocupando la oficina de papá.

—Ocupada desocupando—se rió bajito—. No hay problema, recién termino de cocinar.

Así era Ivy, se reía por tonterías y no se molestaba por nada.

—¿Qué cocinaste?

—Carne asada, ¿te gusta?

—Me encanta.

La mesa ya estaba puesta, así que solo quedaba sentarse a degustar el almuerzo que había preparado mi amiga. Solo seríamos ella y yo, ya que su novio y mi amigo se encontraba cursando un posgrado de no sé qué de medicina.

—¿Qué tal la universidad, Ivs?

Me llevé el tenedor a la boca, la carne estaba un poco seca pero nada mal para alguien que recién estaba aprendiendo a prender una hornalla.

Como estamos con los juegos de palabras, ¿eh?

—La última materia que me quedaba fue exitosamente aprobada con 9—se notaba el orgullo y alivio en su rostro al contarlo.

—¡Felicidades!—aplaudí suavemente su logro—¿Osea que ya estás oficialmente cursando tu último año de periodismo?

—Exactamente. No puedo esperar a recibirme y ejercer.

—¿Qué quieres hacer luego? ¿Radio, televisión, pequeños reportes amarillistas, noticias trágicas en el New York Times?

Sonrió por mis ocurrencias y pensó su respuesta por casi un minuto entero.

—No lo sé, quiero hacer muchas cosas... Me gustaría comenzar con un podcast o radio, aún le tengo un poco de respeto a las cámaras y escribir mucho me aburre.

—Bueno, ya tenemos alguna idea en mente—me encogí de hombros—. No te presiones demasiado ahora, tienes un año completo para pensar que hacer.

No respondió más que un simple "Sí", sabía que tenía muchas preguntas en su cabeza, es una cosa natural de todos los periodistas supongo, pero seguía ordenando el rumbo de la conversación en su mente y buscando la forma de sacarme toda la información sin que yo me diera cuenta.

Tenía que admitirlo, la única persona que podía interrogarme sin que yo me diera cuenta era Ivy. Ojalá que mis enemigos nunca lo supieran sino estaríamos en graves problemas ambas.

—Ahora te vas...—comentó—¿Mañana?

—Esta noche en realidad. Tengo que poner muchas cosas en orden y cuanto más rápido lo haga mejor.

—Entiendo—sonrió melancólica— Te voy a extrañar mucho, ¿sabes?. Todos lo haremos.

—Unos más que otros.

—Estoy segura de que Mark te extrañará más que los demás—soltó pícara.

Mis hombros se tensaron y claramente Ivy no lo pasó por alto. El recuerdo de la tarde anterior seguía latente y no sabía cómo despedirme de él ahora que nuestra amistad había dado un giro de 95 grados.

—¿Pasó algo con Mark?—preguntó al ver que yo no decía nada.

Maldita sea, me vendí sola.

—¿Qué podría pasar con Mark?—pregunté a la defensiva.

—No lo sé, creo que podrías aclararlo mejor tú.

No la miré a los ojos, en su lugar me centré en mi plato medio vacío, sabía que podía presionarme lo suficiente para que yo lo lanzara todo, sin la necesidad de que ella tuviera que soltar alguna palabra. No me preocupaba que lo supiera, sino las bromas que vendrían después y un poco también la posibilidad de que se le escapara ante su novio y terminara por enterarse todo el mundo.

—Bieeen. Puede que haya pasado algo con Mark—dije cuando el silencio comenzó a ponerme nerviosa.

—¿Qué pasó con Mark?

Podía ver el hambre de chisme en sus pupilas.

—Puede que nos hayamos acostado ayer cuando fue a casa a visitarme—solté tan rápido que temí que no me entendiera y me pidiera que lo repita.

Pero, vamos, era Ivy, ella podría entender hasta los ladridos de un perro si se trataba de algún chisme.

Mi amiga soltó un grito ahogado y se cubrió la boca con sus dos manos.

—No. Lo. Puedo. Creeeer.—sonrió como una estúpida y me dió un empujoncito en el hombro—. En realidad si lo puedo creer, yo te lo había dicho ¿recuerdas?

—¿Cómo olvidarlo, Ivs?—ironicé.

—¿Ahora qué harás?

—Seguir siendo su amiga, no es la gran cosa. Ninguno quiere algo serio, mucho menos si me estoy yendo a Italia sin retorno.

Me mordí la lengua en cuanto me dí cuenta de mi error. Todo rastro de diversión se borró de su rostro.

—¿No vas a regresar?—preguntó bajito.

—No está en mis planes—confesé.

No quería mentirle a mi mejor y única amiga, ¿Qué clase de persona sería si le creaba falsas esperanzas y después no cumplía?

—¿Qué pasará con nosotras? ¿Nos volveremos a ver?—tenía una mezcla de aflicción y esperanza en su rostro que me rompía el corazón.

—Siempre puedes ir de visita, la semana que viene si quieres.

—No será lo mismo.

Suspiré, no podía encontrar la forma de evitar que derramara las lágrimas que se acumulaban en sus ojos.

—Claro que no, pero nuestra amistad es más fuerte que la distancia. Siempre estaremos juntas en las buenas y en las malas.

Al final no pude evitar nada, se puso a llorar como una niña pequeña. Me apresuré a rodearla con mis brazos.

Se dejó abrazar mientras liberaba sus lágrimas, acaricié su cabello hasta que se tranquilizó un poco y levantó la cabeza de mi hombro para poder mirarme a los ojos.

—¿Lo prometes?

—Por mi vida.

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The mafia bitch Where stories live. Discover now