No lo creo, doctor.

—Sería un gran honor, pero no me gustaría irrumpir en su agenda...

—Para nada, acompáñeme. —sin poder replicar camino a su lado.

Me muestra las instalaciones presentándome a varios, no son desagradables y aunque por un momento en verdad quiero unirme, no puedo olvidar mis verdaderas intenciones.

El equipo es el más moderno en cada área y me emociono ante la tecnología de alto nivel que manejan. Así quiero mi hospital, no me importa lo que tengo que hacer para conseguirlo.

Lo quiero y punto.

—Me siento apenada con la agente Min y me gustaría verla. —detengo nuestro paso—. Sería tan amable de llevarme a su habitación. —Esto de fingir amabilidad se me está dando bien ultimadamente.

Además, no es momento para más presentaciones.

—Aún se encuentra sedada, supongo que despertara en algunas horas. —soba su barbilla—. Pero usted tiene prohibida su visita.

Mi sangre hierve de rabia.

—Con obvios motivos no me haré la santa para fingir que no soy la culpable, aunque me gustaría saber quien dio la orden.

—El Superior Supremo. —sonrío ocultando mi enojo.

Tú tampoco impedirás mi venganza, Oleg.

Su aparato suena ante una emergencia y no le queda otra opción que no sea partir, me invita y aunque estoy tentada, declino la oferta.

—Muy bien, si fuera una agente superdotada, ¿En dónde me dejarían?

El ajolote de la emergencia me da vía libre a ciertos lugares y cuando encuentro la información pertinente camino hasta el pasillo, pero me llevo una desagradable sorpresa cuando visualizo el cuarto custodiado.

Me coloco el gorro y la mascarilla mientras arrastro el carrito y me dirijo al sitio. Los agentes me ven con recelo al detenerme frente a la puerta.

—Chequeo de rutina, puede estar presente si gusta. —lo invito.

No duda en abrir y como lo predije si me sigue.

Al ver a Min sedada las ganas de asfixiarla están cosquilleando mis manos, pero me controlo y reviso su expediente. Le doy una dosis más de suero que impedirá que mi próxima acción sea notoria.

Reviso sus signos y cuando ya me he ganado que el agente baje la guardia, lleno una jeringa del fármaco que va a torturarla lentamente, dañara sus órganos, pero no será capaz de matarla.

Deseará la muerte, pero se la daré hasta estar segura de que ya ha pagado y no creo que eso pase, aunque tampoco la quiero viva demasiado tiempo, así que algo se me va a ocurrir.

—¿Doctora, Carvajal? —me detengo—. Que bueno verla por estos lados, yo ando con mis compas viendo los daños, pero usted, ¿Qué hace aquí?

Ignoro a Alek que está en la puerta mientras me apresuro con la dosis que nunca llego a suministrar porque el agente me detiene.

—Así que usted es la que tiene a la agente Min en cama. —me toma de la cintura—. Va a pagar muy caro esta falta de respeto, el consejo no lo pasará por alto.

—¡La que pagara no soy yo, imbécil! —le doy codazos.

Me retuerzo hasta lograr golpearlo en sus partes íntimas y solo así me suelta.

—¡Deténgala! —chilla.

El otro agente se me viene encima mientras intenta agarrarme, pero me escabullo poniendo difícil la tarea.

Ambición.Where stories live. Discover now