—Se llama Tyler. —aclaro y sonrió divertida al saber que aunque ya sepa toda la verdad no me juzgue. —Y supongo que tiene que estar desayunando.

—Eres una pésima jefa, tienes al pobre trabajando 24/7.

—Yo no...

Callo porque es la verdad, supongo que en el único momento que los agentes descansan es cuando estamos en el cuartel y soy tan cabrona que...

—No sabía que tu trabajo es tan prestigioso que tienes las posibilidades de proteger a Marta a mí y a ti ni se diga. —me encojo de hombros.

Desde la última vez que vi a Marta ella sabe que hay personas siguiéndola y ni aun así se detuvo cuando se prestó para que se traficara droga en el burdel.

—No me subestimes, sé que la carrera es mal pagada en México, pero yo tengo mis secretos.

—¿Y esos secretos incluyen a tu clínica? La última vez que supe de ella fue cuando papá murió, al menos a ti te dejo eso... —no me gusta la tristeza en su voz.

—No seas dramática, la clínica fue lo único que le pude quitar a Marta, sabes que papá nos dejó mucho, pero ella se lo quedó para...

—Alexander, lo sé. —termina. —Sabes, hubo un tiempo en el que se me ocurrió que ni tú ni yo somos sus hijas, solo lo fuimos de papá y que ella se casó con él teniendo a sus dos hijas.

—¿Qué te hizo descartar la idea?

—Somos su maldita copia. —se burla. —Aunque me parezco más que tú, solo mira mis pechos. —se los toca. —Son enormes, tú no te quedas atrás, pero las nuestras son...

—Lo entiendo, no tienes que hacer sentir más a mis tetas, no son enormes, pero los suficientes para mí.

Hablamos un rato más y cuando le digo que acepto las clases de danza, se emociona tanto que termina lastimándose con el catéter.

—Es que duele. —ruedo los ojos mientras se las acomodó de nuevo.

—Nos vemos luego y Carla, tenemos una conversación pendiente que incluye cierto polvo blanco que ahora circula con total libertad en Carvajal Burdel. —su sonrisa se borra.

—Alessia yo...

—Después, voy tarde. —sonrío para que no piense que estoy molesta.

¡Porque estoy furiosa!

Paso las siguientes horas entrando y saliendo del cuarto del placer. Me estoy arriesgando demasiado, lo tengo presente, pero debo avanzar.

No solo por Damián, sino también por mí.

—Doctora, tiene unos segundos. —me detengo ante la voz de Damián.

—No mucho, pero si el suficiente para lo que quieras decirme.

—El Dr. Rubén Urbina ha desaparecido. —me tenso. —Desde el día que tuvieron la discusión en el pasillo no ha venido y tampoco se ha reportado.

¡Mierda, no!

—Yo no tengo nada que ver si es lo que estás pensado. —digo a la defensiva.

—No te estoy acusando, pero tienes que recordar que no fui el único que los escucho, sabes que no iba a pasar mucho tiempo para que en que todo el hospital circulara la noticia, estás siendo perseguida por la prensa, así que no falta mucho para que se den cuenta. —suspira. —pudo haber escapado o Rojo sangre lo capturó.

Los bellos de mi cuerpo se erizan ante la declaración.

Sé que Rubén es parte de ellos, lo sé por qué el video estaba firmado por H.B. y quienes firmaban así era Rojo Sangre. Si censuraron su rostro es porque estaba con ellos, oh...

Ambición.Where stories live. Discover now