Capítulo 147

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Y tras los castings, se podían escuchar las primeras entrevistas al elenco protagonista. Una jovencísima Zoraida Gómez comentaba a cámara lo emocionadísima que se encontraba por participar en un proyecto de tales características, mientras que un poco apuesto Eddy Vilard la acompañaba, secundando sus afirmaciones. Así fueron pasando varios actores, mientras entre una y otra participación se dejaban ver algunas de las muchas tomas falsas que nunca salieron a la luz en su día.

- ¡Lo mato, yo lo mato!; se escuchó en aquella sala, despertando las carcajadas de los invitados. Por suerte, la mayoría caras conocidas que habían tenido relación con la novela, y no fans.

- Ya Dul, cálmate. No es para tanto...; intenta tranquilizarla Christopher en un susurro.

- ¿Que no es para tanto? Durante años lo hemos negado por activa y por pasiva, y ahora Pedro publica esto...; le comenta la pelirroja enfadada.

- Ya... Sólo es un beso que se alargó más de la cuenta. Ahí no éramos nada aún. Obviamos el tema, y si preguntan pues inventamos cualquier excusa como siempre; le sonríe Ucker en la oscuridad.

- Lo que tú digas, pero Pedro me va a tener que escuchar; insiste nuevamente Dulce.

- Ya está... Piensa que tampoco Poncho y Annie salieron muy bien parados con las imágenes de Cancún; intenta animarla el muchacho.

Los minutos pasaron sin mayores contratiempos mientras nuevas imágenes aparecían en la pantalla. Era el turno de RBD y sus primeros recuerdos como grupo tras la finalización de la novela hacían su aparición. Una emocionada Dulce no podía contener las lágrimas, desencadenadas tras el llanto incontrolado en el que estaba sumido Christian a su lado.

- «¿Qué demonios nos pasaría ahí? Siempre igual...»; habla consigo misma la pelirroja mientras observa la escena de un ensayo en el que ni se dignaba a mirar la cara de su amor.

- «Hasta enfadada está tan linda...»; suspiraba Christopher en la butaca de al lado.

Era el turno de los backstages, los camerinos, los detrás de cámaras... ¿En qué momento habían grabado esas escenas y por qué ninguno de ellos se había dado cuenta? La naturalidad de las situaciones era evidente: risas, llantos y algún que otro enfado. Tampoco existían los abrazos fingidos, ni aquellos que no se daban por el temor a las cámaras.

- «Con lo bien que estábamos, ¿por qué la cajeteaste tanto después?»; se maldecía Uckermann desde su asiento.

1. To the moon, and backWhere stories live. Discover now