☽ | Chapter 96. [02]

3.6K 469 63
                                    


Try to guess the character(?)

Casi cerca del amanecer logramos controlar la situación. Calígula y Eneas parecían habernos reservado a nosotros la peor parte de sus tropas, ya que los vampiros a los que nos habíamos enfrentados estaban sedientos de sangre; cubiertos de pies a cabeza por sangre y suciedad, rodeados por ese aroma inconfundible a muerte humana, parecían haber salido de nuestras peores pesadillas.

Sin embargo, ellos jamás se habrían esperado que contáramos con la ayuda de más aquelarres menores. Al parecer, las amistades de Ferenc Vanczák habían resultado ser auténticas y no había habido ningún tipo de traición, tal y como algunos de nosotros sospechábamos y temíamos.

Habíamos conseguido empujar a los pocos que quedaban en pie hacia la zona más despejada de los jardines, reagrupándolos y eliminando frentes que vigilar. Incluso nos habíamos permitido el lujo de habilitar dentro de la imponente mansión una zona donde poder atender a los heridos, a aquéllos que aún tenían una breve posibilidad de esperanza.

Los caídos, tanto amigos como enemigos, los estábamos apilando en el patio mientras esperábamos noticias.

Sacudí la cabeza mientras seguía espiando por los enormes ventanales de la sala donde nos encontrábamos. Los quejumbrosos sonidos que emitían algunos heridos me ponían los vellos en punta, recordándome lo frágiles que éramos en realidad. Lo fácil que resultaba acabar con nosotros si se tenían a mano las herramientas necesarias.

No era estúpido: sabía que, al principio, los vampiros no habíamos sido tan civilizados y que no habíamos dudado en enfrentarnos los unos a los otros para obtener más poder y territorios; sin embargo, tras siglos de sangrientas luchas, habíamos llegado a un acuerdo. Habíamos alcanzado un estado de paz permanente para proteger nuestro secreto de los humanos.

Y ahora parecía que habíamos retrocedido en el tiempo. Vampiros contra vampiros, utilizando nuestras debilidades para poder alcanzar un mayor número de víctimas, sin importar las consecuencias o costes.

Esta noche. Esta cruenta batalla que estaba teniendo lugar en distintos puntos de Londres marcaría un nuevo punto en nuestra historia.

-¡Se acerca alguien! –escuché que alguien gritaba.

Mis ojos se enfocaron hacia un punto del bosque. Tal y como habían advertido, la silueta inconfundible de alguien corpulento iba haciéndose a cada paso que daba más nítida y fácil de reconocer; un fuerte nudo se me formó en la garganta al reconocer a Rátz.

El vampiro húngaro no venía solo, pues otro de sus compañeros iba a su espalda, cargando con dos cuerpos. Rátz tampoco llevaba los brazos vacíos y el mundo pareció hundírseme cuando reconocí el bulto que llevaba entre las manos.

Su cabello negro se balanceaba de un lado a otro, lo mismo que sus piernas. El cuerpo de Galatea se encontraba desmadejado y su chaleco se encontraba destrozado e inutilizado; mis ojos se clavaron en su rostro, que no reflejaba nada.

Sus ojos se encontraban cerrados y tenía el doloroso aspecto de estar...

-Abrid las puertas –ordené con un tono ronco-. Son amigos.

La imagen de Galatea se había quedado fija en mi mente. Al inicio, cuando se nos había apartado en grupos, no la había perdido de vista; al igual que mi hermano, le había vigilado de cerca hasta que la inmensidad de la batalla me había obligado a centrarme en no perder la cabeza, literalmente.

Los oídos me pitaban mientras aguardaba a que la comitiva llegada desde el interior del bosque hiciera su aparición en aquel salón. A mis espaldas podía escuchar perfectamente los cuchicheos de un par de vampiras que se encargaban de atender a los vampiros que necesitaban más urgentemente.

MidnightWhere stories live. Discover now