☽ | Chapter 69.

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NO HAY NADA QUE REUNA A UNA FAMILIA COMO LA NAVIDAD... EXCEPTO UN ABOGADO CON UN JUGOSO TESTAMENTO

Me detuve en seco. El señor Ferguson prosiguió hablando, pero yo apenas pude escucharlo; mi cabeza parecía haberse quedado paralizada en una única palabra: «testamento». ¿Los vampiros también hacían testamentos? ¿Y por qué Wolfgang Herz habría decidido incluirme si su plan inicial había sido acabar conmigo?

Las sienes empezaron a palpitarme con energía, casi advirtiéndome de que había algo allí que no terminaba de cuadrarme. Y ese detalle era que Wolfgang Herz, mi padre o creador, había terminado por odiarme; me había transformado con la esperanza de convertirme en un arma efectiva contra los Vanczák, pero había terminado por fallarle... traicionándole al decidir quedarme con ellos, sin querer hacerles ningún daño.

Evidentemente, no se tomó bien mi decisión y prometió hundirme. Y casi lo consiguió, pues manipuló algunas de nuestras grabaciones (de las que no había tenido constancia) para que Derek se pusiera en mi contra.

No entendía por qué mi nombre aparecía plasmado en aquel pedazo de papel que tenía el abogado Ferguson en su poder.

Volví a la conversación que estaba manteniendo con el abogado por la línea del teléfono, centrándome.

-Disculpe –le interrumpí-. ¿Podría repetir lo que ha dicho?

-Estaba diciéndole que me he puesto en contacto con el resto de su familia –repitió obedientemente el hombre- y que no han tenido ningún reparo en aceptar que usted también asista a la lectura del testamento. A fin de cuentas, también pertenece a la familia, de un modo u otro.

En el mundo vampiro, al haber sido convertida por Wolfgang, aunque no me hubiera reclamado, su ponzoña recorría mis venas; esa noche me había convertido en su tercera hija, al igual que los gemelos.

-Oh, sí, por supuesto –respondí distraídamente.

Estaba tan absorta en la conversación y mis propias conclusiones que no fui consciente de que ante mí había un pequeño agujero; perdí el equilibrio patéticamente, precipitándome hacia el suelo. Los milagrosos, y salidos de la nada, brazos de Derek impidieron que me estampara contra el asfalto; lo miré de pasada, todavía con el teléfono pegado a la oreja. Su rostro estaba mortalmente serio y parecía inquieto por la llamada que había recibido.

-La cita tendrá lugar dentro de dos días –me comunicó Ferguson-, pues tengo que ultimar algunos documentos para poder tenerlo todo listo. ¿Cree que podrá asistir, señorita Riley?

Contando con el problema de tener a una buena cantidad de vampiros deseando echarme el guante y con un pseudo novio demasiado protector que me mantenía encerrada a cal y canto... bueno, tendría que esforzarme mucho para poder acudir a la cita de la lectura del testamento de mi creador.

-Por supuesto –afirmé categóricamente.

Casi me pareció escuchar cómo sonreía.

-Estupendo –asintió y procedió a dictarme la dirección donde tenía ubicado su despacho; me la grabé en la memoria, pues no era difícil-. La estaremos esperando, señorita Riley. Que tenga un buen día.

Lo despedí con cautela y colgué el teléfono, girándome entonces hacia Derek. Se había mantenido en un respetuoso silencio durante toda mi conversación, seguramente aguardando a que llegara ese preciso momento para poder interrogarme al respecto; nos encontrábamos cerca del vehículo y yo no sabía muy bien qué debía contarle sobre mi llamada de teléfono.

Si le decía la verdad, si le contaba que tenía una cita con el abogado de la familia Herz y los miembros de la misma, estaba segura que Derek iba a negarse en rotundo a que pudiera asistir; pero tampoco quería mentirle. Habían sido las mentiras y recelos las que habían empezado a lapidar mi relación, y me había prometido a mí misma hacer un esfuerzo para intentar remontar lo que existía entre Derek y yo.

MidnightOù les histoires vivent. Découvrez maintenant