☽ | Chapter 2.

15.1K 1K 149
                                    


¿DÓNDE ESTÁ LA LLAMADA A MI ABOGADO?

Esbocé una sonrisa sarcástica al escuchar a Derek soltar semejante obviedad.

-Quería ser famosa y no se me ocurrió otro modo de conseguirlo –ironicé, entrecerrando los ojos de manera desafiante-. ¿Queréis un autógrafo o qué?

Bala ahogó una risotada y Hunter me contempló con los ojos abiertos como platos. Derek no parecía haber encontrado divertido mi comentario, ya que todavía seguía aferrándome por el cuello como a las gallinas antes de partirles el cuello; un relámpago de dolor me culebreó en la columna vertebral al recordar cómo mi abuela, en la granja donde vivía, se encargaba de hacerlo con todas aquellas que iban a acabar en la cazuela, sin dudar.

Algo me decía que Derek tampoco dudaría ni un ápice en partirme el cuello como mi abuela lo hacía con las gallinas.

Sus ojos azules seguían estudiándome en silencio. Había conseguido demostrar que los asesinatos que habían tenido lugar los pasados tres meses no habían sido cosa mía, pero aún quedaban veinte más que sí eran de mi propia autoría; no me resultó difícil mantener una expresión neutra mientras mi cabeza no paraba de trabajar, buscando una forma de poder huir de aquellos tres tipos.

No tenía ninguna intención de quedarme más allí y ellos tampoco tendrían intención alguna de dejarme marchar por las buenas.

-Entonces no sabes quién te creó –resumió bastante bien Derek, enarcando una ceja-. ¿Qué ha sido de ti durante estas semanas? ¿Cómo has logrado hacerlo?

Por la mirada que me dirigió, supe que aquellas preguntas habían sido meras cordialidades, una trampa para poder dejarme a mí misma en evidencia; los engranajes de su cabeza debían haber unido las piezas llegando a la conclusión correcta sobre mí: yo había sido la causante de todas aquellas muertes... y no me arrepentía de ninguna de ellas.

A su espalda, Bala y Hunter se inclinaron en nuestra dirección, bastante interesados en el rumbo que había seguido nuestra conversación. No tardarían mucho en atar cabos, si es que no lo habían hecho ya, como su amigo; había llegado el momento de poner pies en polvorosa y regresar a la relativa seguridad de la Batcueva.

Rescaté de mi memoria humana alguna de las clases de autodefensa que mi padre me había obligado a tomar y que, era bastante evidente por mi nueva condición de no-muerta-chupadora-de-sangre, no me habían servido de nada con mi creador... pero quizá podrían darme una oportunidad de poder salir por patas de aquel sitio.

Recordé al señor Fulop, nuestro entrenador durante aquellas pocas clases a las que había asistido, y su voz resonó en mis oídos: «Utilicen las partes más duras de su cuerpo, señoritas: codos, rodillas... Si tienen algún objeto contundente a mano, no tengan miedo y úsenlo.

»Como hombre, y dado que la gran mayoría de mujeres son atacadas por sujetos de mi mismo sexo, les diré las zonas más certeras a la hora de llevar a cabo una buena defensa ante vuestro atacante: mentón, garganta, plexo solar, los genitales... Y no olviden tener controlados todos los puntos visuales para comprobar si hay más personas acompañando al atacante.»

A todas las chicas que asistimos nos dio la risa floja cuando escuchamos al señor Fulop pronunciar la palabra «genitales», pero en aquellos momentos me pareció un buen objetivo para poder liberarme de su agarre y echar a correr como un conejillo asustado; me obligué a mantener la calma, a respirar hondo y a prepararme para lo que iba a suceder a continuación, cuando lanzara mi ofensiva.

Recoloqué mis pies mejor sobre el asfalto y no desvié la mirada de los ojos de Derek, que seguía aguardando una respuesta. Inspiré por inercia y eché el codo hacia atrás, cogiendo algo de carrerilla para poder darle mucha más fuerza a mi golpe; sin apartar mis ojos de los suyos, moví el brazo que había retrasado, abriendo la mano, hacia el cuello del vampiro, logrando golpearle con la mano abierta en el punto donde se encontraba su nuez de Adán.

MidnightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora