☽ | Chapter 46.

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TE HE ECHADO DE MENOS

Bailé con Lyle una pieza y después me retiré discretamente fuera del salón, con el estómago revuelto; no había esperado que mi primer reencuentro con Derek después de cuatro meses hubiera sido tan... desastroso. Bueno, mentía: la verdad es que había esperado algo mucho más sangriento.

Llegué a las escaleras y me apoyé en la barandilla de madera tallada, cayendo en la cuenta de algo bastante importante: no tenía ni idea de dónde se encontraba mi dormitorio; quizá los Vanczák hubieran destinado las habitaciones del primer piso para los invitados y Morticia habría colgado los nombres en las puertas.

Me quedé un poco sorprendida cuando vi aparecer en el primer piso a una doncella humana; la chica me reconoció, ya que se acercó apresuradamente a mí con una tímida sonrisa.

-Señorita Riley –me saludó-. Menos mal que he podido dar con usted... El señor Vanczák ha hecho un cambio de última hora: puede usar el tiempo que esté aquí la suite de la tercera planta; ya nos hemos encargado de llevar allí sus maleras –agregó con un timbre de eficiencia.

Agradecí con un hilo de voz la advertencia y la dejé atrás mientras subía hasta el último piso de la mansión, recorriendo el pasillo hasta la puerta de la suite que había ocupado después de que hubiera conseguido que Derek me sacara de la antigua habitación que había destrozado.

La mano me tembló cuando me aferré al picaporte y lo giré lentamente, con un nudo en el esófago; el nudo se me tensó cuando pasé y comprobé que todo seguía estando como lo había dejado aquella noche. El servicio había dejado mi maleta sobre la cama, así que crucé el saloncito y me interné en el dormitorio; los recuerdos me golpearon con fuerza a cada paso que daba, provocando que el peso sobre mis hombros creciera.

Saqué el pijama que me había preparado Jana y me deshice del vestido verde que había llevado para la recepción de bienvenida; aún quedaban dos días en la mansión Vanczák, y yo ya me encontraba replanteándome la idea de pedirle a Lyle que ordenara que me devolvieran a la mansión Herz.

Una vez me puse el pijama, salí de la zona del dormitorio para desplomarme sobre el sofá que pegaba a uno de los ventanales que daban a los jardines; apoyé la barbilla sobre mis brazos cruzados, reprendiéndome a mí misma por haber aceptado la invitación de Derek.

Era evidente que íbamos a chocar de nuevo, que éramos demasiado similares como para poder haber mantenido una conversación civilizada con él. Ahogué un sollozo al recordar las hirientes palabras de Anna, la victoria definitiva de la vampira; a pesar de que hacía cuatro meses Derek me había ofrecido la posibilidad de venirse conmigo, dejando a un lado el aquelarre... y a Anna.

Era evidente que todo aquel tiempo le había permitido replantearse todo.

Esperaba que su boda fuera horrible... Que el vestido de novia de Anna le hiciera parecer gorda... Deseaba que les cayera un maldito rayo que los convirtiera en cenizas.

Resoplé de disgusto cuando la primera lágrima cayó en el dorso de mi mano izquierda. Me sentía estúpida por ponerme a llorar en aquel preciso momento, después de que Derek hubiera insinuado que entre Lyle y yo había algo más. Yo no era una experta en comportamientos vampíricos, así que jamás hubiera pensado que aquel estúpido gesto de Lyle que tanto me molestaba fuera algo que intentaba transmitir posesión; me apunté mentalmente tener una pequeña charla con el vampiro y escuché el crujido de la puerta al abrirse.

Mis ojos se abrieron como platos al ver a Derek apoyado en ella, con la corbata deshecha, sin chaqueta y con las mangas recogidas; quise gritar al cosmos si aquello era algún tipo de broma pesada, pero me contuve.

MidnightWhere stories live. Discover now