☽ | Chapter 38.

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EN EL FONDO DEL CALLEJÓN...    

Las salidas de Derek se repitieron de forma constante los siguientes días. No habíamos vuelto a dirigirnos la palabra desde la noche en la que se marchó de aquella forma tan precipitada, y ninguno de los dos parecía encontrarse muy por la labor de arreglar las cosas.

A modo de venganza, decidí quedarme con la cama de matrimonio, asegurándome de ocupar todo el espacio posible y obligar a Derek a que durmiera en cualquier otro sitio como, por ejemplo, el sofá. O quizá podría pasar la noche con la chica con la que estuviera en esa ocasión.

Nunca escuchaba cuando llegaba Derek por las noches, ya que siempre procuraba estar completamente dormida y ocupando todo el espacio disponible en aquella mullida cama; por las mañanas casi siempre me despertaba sola en el apartamento, quizá con el cerrojo echado porque Derek se encontraba fuera haciendo Dios sabía qué o bien porque aún no había regresado de sus noches de fiesta. O lo que quisiera que hiciera.

Aquella noche, de nuevo en la más completa soledad del lujoso apartamento donde Derek había decidido recluirme por algún motivo que a mí se me escapaba, decidí quedarme en el salón; me había convertido en una adicta a la televisión, la única ventana al mundo real que se me había permitido tener. Cogí una manta y una almohada del dormitorio para llevármelo al salón y usarlo para fabricarme un improvisado nido para poder ver la televisión.

Cambié de canal incontables veces hasta que me topé con una película de terror. Caí en la cuenta de que se trataba de Van Helsing, así que decidí dejar ese canal e imaginarme que le hacía lo mismo a Derek. Con ese dulce pensamiento, me dormí.

Desperté a la mañana siguiente arropada en un colchón que no se parecía nada al sofá... palpé a mi alrededor, casi esperando manotear en el aire, pero solamente toqué edredón. Entreabrí los ojos con sorpresa, encontrándome en el dormitorio.

Aparté las mantas de una patada y salí de la cama como un torbellino. Lo último que recordaba anoche era estar viendo Van Helsing, en el sofá, por lo que supuse que tendría que haberme quedado allí dormida... Entonces, ¿por qué demonios había aparecido aquella mañana en la cama?

Pensé en llamar a gritos a Derek, pero al salir al pasillo no escuché ningún sonido a excepción de los que procedían de la terraza; recorrí el corredor hasta el salón y comprobé que allí no había nadie. Incluso me aseguré de que no se encontraba encerrado en el baño.

La puerta de la entrada se encontraba bloqueada, así que eso quería decir dos cosas: o Derek se había marchado (y bien temprano, por lo que indicaba el reloj que había en el mueble del salón), o bien no había pasado aún por allí.

Miré en dirección del sofá que había ocupado anoche y comprobé que la manta y la almohada que había llevado allí. Lo que significaba que me había ido de allí yo misma por mi propio pie, aunque no lo recordara.

Fui al frigorífico y saqué una nueva bolsa de sangre, volcándola en un nuevo vaso de cristal. Me lo llevé conmigo al sofá y me quedé allí sentada, contemplando la línea que se extendía más allá del parque; habían pasado cuatro días desde que Derek me había llevado a aquel apartamento y no había vuelto a poner un pie en el exterior.

Estaba perdiendo un valioso tiempo que Wolfgang podría estar aprovechando para planear su próximo movimiento.

Me froté la barbilla, pensativa. No había forma de salir de allí hasta que no consiguiera las llaves, hasta que no se las robara a Derek; y eso era algo bastante complicado. Las únicas oportunidades que tendría para llevar a cabo el hurto sería cuando el vampiro decidiera iluminarme con su presencia.

MidnightWhere stories live. Discover now