☽ | Chapter 41. [02]

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POLVO SOMOS Y EN POLVO NOS CONVERTIREMOS

[PARTE 2. DEREK]


Dos meses después.

Me asomé a escondidas por la ventana que daba directamente a los jardines y contemplé el campo de entrenamiento que habían montado Étienne y Bala para que Galatea pudiera desarrollar sus habilidades; la había contemplado desde las sombras todos los días desde que había comenzado su instrucción para convertirse en la pieza angular del triángulo que iban a conformar ellos dos y Galatea.

Aquella mañana les había tocado practicar velocidad, por lo que Bala había organizado una especie de carrera de obstáculos para comprobar si Galatea estaba haciendo mejoras; todos los días recibía por parte de mis dos amigos un informe sobre la prometedora trayectoria que estaba siguiendo desde que Bala me había confesado que Galatea había aceptado el puesto.

Contemplé a Galatea ataviada con un ajustado traje negro y el cabello recogido en una alta coleta. Se encontraba estirando antes de comenzar con la lección del día; Étienne se acercó a ella y ambos iniciaron algún tipo de conversación mientras Bala comprobaba que todo estaba listo para Galatea.

La relación entre mi hermano y ella mejoraba a cada día que pasaba. Los primeros días después de lo que sucedió en la mansión la había visto algo tensa junto a Hunter, como si su contacto le repeliera; esa sensación fue desvaneciéndose hasta que ambos decidieron hablar con mi padre y Hunter le explicó, delante de mí, que estaban juntos. Pensé que nuestro padre se negaría a esa relación, pero me equivoqué.

Ferenc Vanczák se sentía agradecido de que Galatea hubiera vengado la muerte de su hijo mayor y le pareció un honor que hubiera elegido a su hijo menor como compañero; Morticia parecía encantada con la idea de tener otra pareja bajo su mismo techo.

Anna, evidentemente, respiró aliviada cuando se enteró de la noticia. Incluso su hostilidad hacia Galatea pareció disminuir hasta desaparecer... aunque la novia de mi hermano siempre guardó las distancias con ambos; tanto con Anna como conmigo.

Alguien carraspeó y yo me aparté apresuradamente de la ventana, dejando que la cortina cubriera de nuevo el cristal y las vistas.

Deirdre me miraba con un gesto de absoluto desconcierto, sin entender qué era lo que estaba haciendo allí.

-Siéntate, por favor –le pedí, señalándole una de las sillas.

La vampira dudó unos segundos antes de aceptar.

-Anna se encuentra bien –se apresuró a decirme, con un ligero temblor en la voz-. Creo que ya está completamente recuperada...

Sacudí la cabeza. Sabía perfectamente que la herida que le había causado uno de los vampiros había terminado por sanar, que lo único que buscaba mi prometida era alargar mi atención sobre ella un poco más; le había explicado la situación, que mantendría mi palabra y nuestro compromiso, pero que no estaba enamorado de ella. Que lo estaba haciendo porque me sentía en la obligación de hacerlo.

No se lo tomó bien y toda la mansión debió enterarse de lo que sucedía debido a los gritos y sollozos con los que me recompensó por haber sido sincera con ella.

-Eso lo sé, gracias por ocuparte de ella tan bien en estos dos meses –le agradecí, cortándola con suavidad.

Deirdre me miró como si hubiera empezado hablarle en latín, quizá sorprendida de haberme escuchado unas palabras tan... ¿extrañas? La llegada de Galatea a la mansión me había sumido en una espiral de sentimientos que habían comenzado a obrar el cambio en mí.

MidnightWhere stories live. Discover now