☽ | Chapter 34.

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PREFIERO MIL VECES UN BRAZO ROTO QUE UN CORAZÓN DESTROZADO

Le di la espalda y comencé a avanzar hacia la salida de la habitación, dispuesta a dejarlo allí toda la noche hasta que supiera qué hacer exactamente con él. Mi posición en el aquelarre Vanczák se encontraba hundida en el fango, así que no saldría mucho más perjudicada si intentaba buscarle un provecho al hecho de que había secuestrado al líder. Quizá pudiera conseguir algo con lo que estar más cerca de mi venganza contra Wolfgang Herz.

-He perdido el aquelarre –dijo entonces Derek a mi espalda-. Axel convenció a mi padre de que mi error de haber dejado escapar a la traidora era imperdonable. Ahora él es el líder.

«Axel ha conseguido todo lo que quería desde el principio, se ha impuesto a su hermano y ha recuperado lo que creía que le pertenecía... Pero ¿a qué precio?»

No pude evitar detenerme para mirarlo por encima de mi hombro. Derek me miraba fijamente desde el suelo, cubierto de suciedad y sangre reseca; sus ojos azules parecían relucir, destacando sobre su sucio rostro.

-¿Y a mí qué puede importarme? –le escupí.

Pero yo ya lo sabía: Derek lo había perdido por mi culpa. En vez de dejar que Axel me pusiera sus manos encima había decidido sacarme primero de la mansión y expulsarme del aquelarre; había ganado tiempo y me había dado una oportunidad de salir impune del posible castigo que Axel hubiera preparado para mí.

De algún modo estaba culpándome directamente de lo que le había sucedido... y no le faltaba razón.

-Lo he dejado todo –contestó el vampiro-. He huido. No tengo a dónde ir.

Le dediqué una sonrisa mordaz.

-Bienvenido al mundo de los desterrados, Vanczák –hice una pausa, soltando una carcajada-. Tardarás un poco en acostumbrarte a todo esto de ser un completo donnadie, pero aún tienes una larga eternidad por delante para aprender.

Mi idea de intercambiar a Derek por cualquier medio que pudiera ser efectivo contra Wolfgang Herz se vio automáticamente anulada al comprender que Derek había perdido todo el valor que pudiera haber tenido en el pasado por el hecho de haber perdido su posición de líder del aquelarre.

Me llevé los dedos a las sienes, masajeándomelas con fuerza. Ahora que no contaba con la opción de utilizar a Derek como moneda de cambio, no sabía qué iba a hacer; seguramente Wolfgang aún no supiera que Kenneth había muerto, estaría esperando pacientemente a que su neófito le comunicara la noticia de mi propia muerte.

Quizá podría...

-Creerás que me lo merezco –dijo entonces Derek, despistándome.

No pude evitar contener una sonrisa de satisfacción. La herida seguía abierta y era demasiado reciente, solamente rezumaba odio y rencor por aquel vampiro; el resto se estaba ahogando bajo esa oscuridad.

Derek Vanczák me había destrozado...

... y yo estaba deseando hacer lo mismo con él.

-Te mereces mucho más que eso –respondí con sinceridad.

En aquellos instantes, era lo que más deseaba.

Dejé a Derek encadenado a la columna y aseguré la puerta para, en caso de que consiguiera liberarse, se entretuviera lo suficiente como para poder enterarme yo; subí hasta la planta en la que había conseguido montar mi guarida y me tambaleé hasta llegar a la cama.

Había invertido algo del dinero que Derek me había dado en adecuar aquel apartamento, el único que había encontrado que se encontraba en condiciones, para mis nuevas necesidades; había intentado darle un toque cálido... y de manera inconsciente había decorado aquel apartamento como si se tratase de la suite que había tenido en la mansión de Derek. Aunque ahora, técnicamente, pertenecía a Axel.

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