☽ | Chapter 30.

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UNA BODA PARA MORIRSE

 | PARTE UNO |

Mi corazón muerto dio un vuelco sobre mi pecho cuando leí con avidez el contenido de aquella invitación; Deirdre se mordía el labio inferior con ansiedad, intentando descubrir de qué se trataba con mi reacción. Cuando terminé de leerla entera pude levantar los ojos del papel para poder mirar a mi amiga.

La vampira se mantenía expectante, casi deseando zarandearme para que pudiera abandonar ese aire de misterio que se había creado con mi silencio; mis dedos seguían sosteniendo el caro papel que se había escogido para anunciar una noticia de semejante calibre.

-He sido invitada a una boda –dije con un tono de incredulidad.

Deirdre alzó ambas cejas, igual de sorprendida que yo.

Bajé de nuevo la mirada hacia la invitación, releyéndola por décima vez consecutiva. El ambiente que nos rodeaba se había vuelto pesado y Deirdre parecía encontrarse al borde del desmayo; yo no le había dado ninguna pista sobre la identidad sobre los futuros contrayentes y estaba segura que aquella duda estaba causando estragos en el cerebro de mi amiga por las pocas opciones que le quedaban.

Había llegado a la misma conclusión que yo cuando había abierto el sobre y había descubierto que se trataba de una delicada invitación de boda.

La pregunta no formulada en voz alta por parte de Deirdre seguía flotando sobre mi cabeza.

La invitación voló de mis manos en un parpadeo y me quejé sonoramente cuando descubrí que había sido Deirdre, quien no había podido soportar ni un segundo más el no saber de quién se trataba la ceremonia; los ojos de la vampira se movían sobre el papel a toda velocidad, leyendo con avidez.

Yo me mordí el labio inferior.

-Tiberius Herz y Jana Urbánková –repitió en voz alta Deirdre, con una evidente nota de alivio.

Me encogí de hombros. No entendía cómo era posible que alguien hubiera decidido invitarme a semejante ceremonia cuando yo no era nadie; había supuesto que ese tipo de invitaciones se enviaban a los líderes de los aquelarres en un modo de comprobar que las relaciones se mantenían en buenos términos.

Simplemente era una cuestión de política.

-No lo entiendo –dije con asombro.

Deirdre bajó la mirada unos segundos en dirección a la invitación.

-Quizá es un gesto de buena voluntad –probó a decir, frunciendo el ceño-. El aquelarre Herz...

Caí en la cuenta de que la invitación que sostenía mi amiga aún entre sus manos debía haber sido idea del propio Wolfgang Herz; no había tenido oportunidad de ponerme en contacto con el vampiro para informarle de lo poco que había podido averiguar sobre los últimos movimientos de Axel Vanczák.

Pero yo ya no quería continuar con esa situación, no quería seguir traicionando de aquella forma a Hunter. Quizá aquella invitación podría ayudarme a decirle a Wolfgang que no quería continuar con nuestro acuerdo, que no estaba dispuesta a traicionar al aquelarre que me había acogido.

Encontraría la forma de vengarme de lo que me había hecho Axel sin tener que recurrir al acuerdo que habíamos hecho Wolfgang y yo.

Deirdre y yo nos giramos a la par cuando la puerta de mi suite se estrelló ruidosamente contra la pared, casi incrustando el picaporte en el yeso.

Anna me miraba desde el hueco de la puerta con un gesto que parecía decirme claramente: «Voy a arrancarte la cabeza, zorra.»

Compuse una sonrisa educada, preguntándome qué habría sucedido para que la prometida de Derek hubiera decidido venir a buscarme directamente. ¿Sería posible que, de algún modo, se hubiera enterado de que había besado a su prometido dos veces?

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