LA CUMBRE DE LOS COLMILLOS
DEREK
Regresamos de nuevo a la mansión, dando por terminada nuestra velada de chicos cuando llegamos a la conclusión de que ese cadáver de vampiro podía darnos problemas; Bala había abandonado su sentido del humor y se centraba en buscar alguna pista sobre quiénes podrían ser los ejecutores del aquelarre Herz. Étienne se limitaba a conducir, en silencio.
No era muy usual que ningún aquelarre tuviera más de un ejecutor, ya que no era un cargo que fuera muy pedido; Axel había sido nuestro ejecutor hasta que había muerto, dejando el puesto vacante desde ese momento.
Ser ejecutor consistía en ensuciarte las manos de sangre, básicamente. Los líderes enviábamos a nuestros respectivos ejecutores cuando alguien incumplía las normas y su castigo se fundamentaba en la muerte; que el aquelarre Herz contara con dos de ellos, siendo uno de ellos un competente en la materia, no podía significar nada bueno.
-¿Estás seguro que pertenecían al aquelarre Herz? –se cercioró Bala desde el asiento trasero.
-Lo escuché perfectamente –respondí.
-Creo recordar que el ejecutor del aquelarre era Lyle –aportó Étienne, con la vista clavada en la carretera.
Fruncí el ceño ante la información que nos había proporcionado Étienne. Lyle Herz era uno de los hijos gemelos de Wolfgang Herz, además de ser uno de los miembros de la familia con el que mi relación se había hundido en un bache; le había resultado muy difícil digerir que su padre había estado trabajando a espaldas de su propio aquelarre haciendo todas aquellas monstruosidades.
Tiberius, quien había ocupado el hueco de Wolfgang como líder, había escuchado los interrogatorios de los vampiros que habíamos conseguido atrapar con vida aquella noche; por no hablar de las conversaciones que había mantenido con Akito, quien había secundado lo que había sucedido.
-¿Por qué necesitaría un compañero? –preguntó Bala.
-Quizá Tiberius tenga intención de poner a Lyle en otro puesto dentro del aquelarre –elucubró Étienne, activando el intermitente para girar hacia el camino que conducía a las verjas de la mansión.
Fruncí el ceño, pensativo.
-¿Recuerdas algo más de ese vampiro? –me presionó Bala.
Me crucé de brazos, hundiéndome las uñas en la carne con frustración por la vergüenza que había tenido que vivir en aquel callejón.
-Iba encapuchado –contesté-. Pero no parecía ser muy alto y tenía un timbre algo agudo... Además de muy mal genio –añadí con un bufido.
Bala resopló, en absoluto contento con la poca información que le había proporcionado al respecto; bueno, tampoco es que tuviera mucho más que poder darle. El tipo iba completamente encapuchado y no había tenido oportunidad de entablar una conversación para poder conocernos mejor.
-No nos sirve de nada –se quejó el vampiro, frustrado-. ¡Podría ser cualquiera!
Étienne nos miró a ambos con una expresión de concentración. No andábamos lejos de la mansión, así que pudo pisar el acelerador a fondo para acortar el tiempo de viaje; sus ojos verdes parecían relucir con las luces del interior del coche.
Parecía tan perdido como Bala y yo mismo.
-¿Quién en su sano juicio elegiría un puesto tan horrible como el de ejecutor? –preguntó Étienne.
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Midnight
Vampire¿Una chica caminando sola por la ciudad a altas horas de la madrugada? Listo. ¿Un callejón oscuro? Cerca de donde se encuentra ella. ¿Un tipo con una pinta sospechosa? Más que preparado para entrar en escena. El día en...