☽ | Chapter 24.

6.7K 735 55
                                    

¿ET TU, BALA?

Robert se había quedado boquiabierto, quizá asustado por cómo se desarrollaron las circunstancias cuando lo conoció; el resto de vampiros nos observaban a Bala y a mí alternativamente con aire de sospecha, como si lo hubieran reconocido. Pensé en la multitud de preguntas que podrían hacerme... además de descubrir que había decidido exagerar un poquito algunos datos de mi vida, por no hablar de que había decidido bautizarme con un nuevo nombre.

Les dediqué una divertida sonrisa a mis nuevos amigos mientras me ponía de un salto y aferraba a Bala por el cuello de la camiseta que llevaba; me fijé en que tenía marcas de pintalabios y heridas punzantes por todo el cuello, por lo que supuse que su aventura en el reservado había sido casi salvaje.

Lo guié hasta el sofá y le empujé con suavidad hasta que cayó sobre él, mirándome de hito en hito. Mi público se había quedado helado, con toda su atención puesta en nosotros dos; debía evitar a toda costa que Bala empezara a hablar o que dijera algo que pudiera ponerme en evidencia, así que alcé una mano en dirección a Martina.

-Pásame la sal –le pedí, sonriéndole encantadoramente-. Empezaré yo.

Inmovilicé al vampiro contra el sofá subiéndome a su regazo y obligando a Bala a que expusiera su cuello; cogí el salero que le había pedido a Martina e incliné mi cabeza para lamer la curva del cuello del vampiro, poniéndole después una fina capa de sal por encima.

Me separé un poco de Bala y vi que sus ojos negros estaban dilatados, además que su respiración se le había agitado. Toda la superioridad y mordacidad que había mostrado delante de mí en el pasado parecía habérsele esfumado de golpe; cogí una rodaja de limón y le dirigí una mirada cargada de advertencias mientras se la metía en la boca, silenciándolo.

Martina fue la encargada de pasarme un chupito de tequila y todo el mundo contuvo la respiración. Me relamí el labio inferior con un gesto pícaro e incliné de nuevo la cabeza hacia su cuello, lamiendo de nuevo la fina capa de sal que le había colocado allí antes. Me llevé el vaso de chupito a los labios para vaciarlo de un rápido trago y me quedé unos segundos paralizada frente al rostro de Bala; quizá le había introducido demasiado la rodaja...

Sostuve el rostro de Bala con ambas manos y cogí aire, acercándome finalmente a sus labios y tratando de atrapar el limón con los dientes. Debido a mi genial idea de introducir demasiado la rodaja entre sus labios no pude evitar que los míos se apretaran contra los suyos mientras lograba morder la rodaja del limón y quitársela.

Mordisqueé la rodaja y le dediqué una encantadora sonrisa a Bala, que parecía haberse quedado mudo. Contuve las ganas de pellizcarle la nariz como a los niños pequeños y me arrepentí de no tener nada a mano para poder inmortalizar ese glorioso momento.

Robert comenzó a aullar mientras el resto estallaba en aplausos y vítores que recibí con una media sonrisa, todavía encima del vampiro.

-Quizá deberíais buscaros un rincón mucho más privado –comentó una voz masculina en la entrada del reservado.

Mi sonrisa desapareció de golpe cuando descubrí a Derek mirándonos a Bala y a mí como si nos hubiera pillado in fraganti. Su amigo no tardó en recuperarse de la sorpresa, apartándome con suavidad y poniéndose en pie; el rostro de Derek estaba desencajado por el enfado y sus ojos azules parecían haberse oscurecido un par de tonos. Los vampiros del reservado se habían quedado en silencio, seguramente preguntándose a qué venía todo aquel espectáculo.

Bala parecía avergonzado y mantenía la mirada gacha, a la espera de que Derek descargara su enfado contra él. Pero toda la atención del vampiro estaba clavada en mí, a punto de estallar.

MidnightWhere stories live. Discover now