Inizia il conto alla rovescia

2.4K 45 2
                                    

Nada más entrar a la casa lo que más destacaba era eso, las escaleras rectas revestidas de madera, al igual que las paredes que ascendían con ellas. Los suelos eran de parqué, del mismo color que las escaleras, igualmente cuidado y brillante.

-Hay dos salas de estar, son iguales-comenzó Ángela mientras caminábamos hacia la gran estancia de nuestra derecha-Ahora mismo no hay ningún mueble por si queréis que hagamos algunos cambios o algo, pero no os preocupéis, que tenemos los muebles de los inquilinos anteriores bien guardados en un almacén, así que si os gustan no tendréis que comprar nuevos, porque no se llevaron ni uno y la casa estaba completamente amueblada.

-Bueno, ya la que se encargue de eso será Meg, tiene mejor gusto-sonreí.

-Si es por gustos podemos encargarnos los dos-dije antes de prestarle atención a la habitación en la que nos encontrábamos-Es gigante-dije por fin.

Todo era de un suave color ocre bastante parecido al vainilla, a excepción de los suelos, claro está.
Era precioso, las dos salas gemelas se unían por un largo pasillo que tenia al lado izquierdo la pared y al otro un amplio ventanal de puertas correderas con marcos de madera blanca. El ventanal era un poco más pequeño que las paredes del pasillo de unos doce metros de largo y unos dos y pico de altura. Las cortinas eran similares a las de los ventanales principales, de tela vaporosa en color blanco. El ventanal daba a un amplio jardín, exageradamente verde en comparación con el exterior que habíamos visto hasta aquel momento. No me costó imaginarme afuera con nuestro pequeñito, jugando a la pelota y con nuestro pequeño Draco correteando de un lado a otro.

-Es precioso-pensé en voz alta analizando las vistas al otro lado del impoluto cristal, por lo menos hasta donde los árboles me lo permitían. Al final del jardín parecía comenzar otro pequeño camino de piedras oscuras-Qué hay más allá?-pregunté curiosa acercándome al cristal plantando la palma sobre la superficie.

-Uy, eso creo que es la mejor parte, así que prefiero que lo veáis.

-Quieres ir ya?-me preguntó Philip tocando con suavidad mi cintura. Lo miré sonriendo.

-A ti también te pica la curiosidad?-pregunté divertida mirando otra vez hacia el cristal, viendo como poco a poco la marca de mi mano se disipaba.

-La verdad? Sí-rió por lo bajo-Y mucho.

-Sois curiosos como niños-dijo Ángela divertida llevando la mano a la puerta con intención de abrirla, pero la detuve.

-Y si mejor vemos primero la casa y luego ya nos ocupamos de enamorarnos de lo que haya fuera?

-También es una opción-dijo Philip aún mirando hacia afuera antes de dedicarme una dulce mirada-Exploramos por nuestra cuenta?-me preguntó tendiéndome la mano.

-Ya os queréis librar de mi?-preguntó nuestra acompañante poniendo los brazos en jarra.

-No quiero que ninguno de los dos termine rodando escaleras a bajo-se burló mi pequeño.

-Mira el lado bueno, tú no necesitas medicarte de tu diabetes por nuestra compañía y nosotros seguimos vivos o sin ningún hueso roto, todos ganamos-me burlé yo ahora.

-Os la ganabais, si no fuese porque estoy casi obligada a lograr vender una casa por mes y este tengo que vender dos.

-Que tú no vendes muchas casas? Si tus clientes son chicos guapos y tienen novias, no entiendo cómo es que no les caes bien-dije con notable sarcasmo.

-En serio, estás fina tú con los chistes-refunfuñó-Sabéis qué? Venga, iros los dos a jugar al pilla pilla por la casa, yo le echaré un vistazo a los alrededores, a veces vienen osos y hacen destrozos-a pesar de saber que se estaba cachondeando de nosotros, no pude evitar abrir los ojos como platos.

DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proceso de corrección)Where stories live. Discover now