Per te mi sposerò

3K 54 5
                                    

Su mirada hizo que mi corazón se empequeñeciera... Esa sensación extraña en la que parece que el corazón se encoge de miedo y se intimida...
Resultarán las palabras de una loca, pero aquel era demasiado cariño, calidez y sentimientos para soportar al mismo tiempo.

-¿Eso es un sí?- el miedo por la simple idea no desapareció, pero con él no merecía la pena dudar, no en algo como aquello.

-Sí, me casaré contigo- sonrió nuevamente antes de abalanzarse contra mí para besarme. Me abrazó con fuerza y una vez más pude escuchar sus alocados latidos, contentos por mi respuesta y aún nerviosos por la duda. Quise saber qué pensaba, pero el revuelo de pensamientos que tenía en mente, me mareaba. Estaba realmente feliz y para saberlo no me hacían falta los pensamientos. Aquel brillo tan sólo lo había visto dos veces en su mirada, cuando le dije que tendría a nuestro hijo y en aquel momento. Y su sonrisa... su sonrisa simplemente hubiese mejorado el peor día de cualquiera, su sonrisa de niño, mi niño. Lo amaba y me casaría con él... Yo, la anti bodas... ¿Quién lo diría?

-No te atrevas a dudar que te amo- dije apenas sin pensar, pero muy coherentemente. Sus labios besaron mi frente con dulzura.

-Tenía miedo- susurró apoyando su mejilla contra mi cabeza.

-¿Por qué?- dije concentrándome tan sólo en su ya más calmada pulsación.

-Sé que piensas que las bodas son algo estúpido... Pero...- suspiró -No veo mejor modo de demostrar lo mucho que te amo, que uniéndome a ti con un, hasta que la muerte nos separe... Sé que es tonto... Pero quiero que sea así, no ser sólo el padre de tu hijo, también tu marido...- reí. Por su voz supe que mi pequeño príncipe estaba nervioso aún. Me aparté para luego tomar su rostro entre mis manos.

-Es cierto que pienso que es una estupidez necesitar firmar un papel para dejar claro que estamos juntos o que nos amamos. No sé, pienso que eso ya lo tenemos claro. Pero por ti estoy dispuesta a cambiar cualquier pensamiento. Cambiaste mi vida desde el día en el que te conocí, así que un cambio más no hará más que mejorar mi vida a tu lado- me robó un rápido beso antes de tomar ahora él, mi rostro entre sus manos.

-Gracias- me susurró cuando nuestros labios no estaban a más de cinco centímetros, rozando su nariz con la mía.

-¿Gracias por qué?- la voz se me quebraba. Aún no terminaba de acostumbrarme, por mucho que me gustase, a aquella cálida cercanía.

-Por todo... Por quererme, por darme la oportunidad de quererte tanto y más, por ser tú, por nuestro bebé... Pero sobre todo... Gracias por hacerme el hombre más feliz del mundo- aquellas palabras agitaron mi vientre con brusquedad, despertando las miles de mariposas antes prácticamente extintas. Me besó...

-Gracias a ti por existir- dije en un hilo de voz, nuevamente con la cabeza escondida junto a su pecho.

Salimos fuera y sin importarnos lo mojados que estábamos, nos tumbamos en la blanca colchoneta, uno junto al otro entrelazando los dedos de las manos, mirando al gran manto estrellado que se extendía sobre nuestras cabezas y la hermosa luna plateada que coronaba los oscuros cielos.

-No olvidaré nunca esta noche- dije sin apartar la vista del cielo -¡Dios!- di un brinco del susto cuando una pequeña sombra impactó contra el techo de cristal. Philip se carcajeó mientras me recibía entre sus brazos y yo me unía a su risa.

-Es un murciélago- dijo todavía riendo.

-Pues maldito murciélago- dije entre risas nerviosas enterrando las manos bajo su aún húmeda espalda y apoyando la cabeza en su pecho.

-Aai mi niña miedica- se burló antes de besar mi cabeza.

-¡Eh! Burlas las mínimas- protesté provocando su risa nuevamente. Con un rápido movimiento consiguió quedar sobre mí. Aún por su dorso descendían, o seguían adheridas, pequeñas gotas de agua que se hacían notar con el reflejo de la luz de las velas. Elevé la mano hasta tocar su cuello y seguido sus cabellos. Lo atraje hacia mí para besarlo.

DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proceso de corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora