Sette

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Cenamos sentados en una de las tantas y abarrotadas terrazas de la plaza. Creo que fue el rato más tranquilo que habíamos pasado en todo lo que llevábamos de día, pero como de costumbre y teniendo en cuenta que nos acompañaba la pequeña Becky, era imposible olvidar reír.

A la vuelta, íbamos todos en silencio, aunque en realidad, yo no iba muy atenta a mis acompañantes.

Sabes de esas veces que en tu mismo cuerpo parece reencarnarse un niño, llenándote de repentina ilusión y curiosidad? No sé si sabrás a lo que me refiero, pero eso me ocurrió a mí. Iba vagamente acomodada en mi sitio, con el trasero prácticamente en el filo del asiento y usando el espaldar como almohada. Y allí estaba yo, analizando cada una de las luces de las farolas que parecían correr por nuestro lado, huyendo en dirección contraria; intentando ver algo más allá de la oscuridad que escondían los árboles; observando los amplios campos de trigo ahora poblados en una sombra de apariencia eterna; las pequeñas y redondas luces blancas y amarillas a lo lejos... Y el cielo... El cielo era lo mejor, lo sentía tan... infinito? Puede ser esa la palabra.
Me incorporé sentándome bien. Al girar levemente la cabeza, también pude ver a Becky, que dormía apoyando el codo en el borde de la ventanilla cerrada y su cabeza sobre la palma de su mano. Sonreí.
Mi tía iba en silencio, quizás dormida.
Philip conducía con gesto sereno, atento a la carretera. De vez en cuando tamborileaba el volante con los dedos al ritmo de la canción que sonaba en la radio, haciéndome reír por lo bajo.
Waves creo que se llamaba la canción, de Mr Probz.
La verdad es que el ritmo aunque tranquilo, era pegadizo, me descubrí siguiéndolo con el pie mientras miraba por la ventana. Sonreí al cristal ahora, por mi pie bailarín.

-Cómo estás?-me preguntó mi pequeño llamando mi atención. Lo vi cambiar de marcha antes de dedicarme una rápida mirada, con la que le dio tiempo también a localizar mi mano para cogerla y estrecharla entre la suya.

-Perfecta-dije sonriendo como una tonta aprovechando que me volvía a mirar, lo que pareció divertirle, ya que esbozó una sonrisa burlona de medio lado antes de fijar nuevamente la mirada en la carretera-Idiota-dije ruborizada y haciéndolo reír tan sólo con el insulto.

-Yo Philip, encantado-se escuchó la risa de mi tía, así que no, no estaba dormida.

-Os encanta burlaros de mí. Tita que sepas que me estoy replanteando lo del asilo-ella y Philip se echaron a reír.

-No la tomes conmigo, es que tu novio es un payaso.

-Mira, estamos de acuerdo en eso-dije haciéndola reír.

-Yo también os quiero-dijo ahora Philip con seriedad, provocando nuestras risas.

En lo que tardamos en llegar a la finca, mi tía nos estuvo preguntando cosas como en dónde nos casaríamos, en dónde habíamos comprado la casa, qué nombres teníamos pensado para el pequeño... Sólo pudimos responderle a la segunda, por una parte ella no sabía qué haríamos dos bodas y la segunda boda, no sabíamos aún donde la haríamos, aunque en realidad no era seguro aún ni en dónde sería la primera, y por otra, la verdad es que siquiera nos habíamos parado a decidir nombres definitivos, tan sólo lo habíamos hablado por encima e incluso bromeamos con nombres que creo que tan sólo se lo pondría una madre a su hijo no deseado.

Al llegar a la finca aún habían huéspedes por allí rondando. Mi tía Marinella entró delante junto con Philip que llevaba a Becky cargada, yo tuve que quedarme atrás para coger las bolsas del maletero.

La brisa se sentía agradable. Aún con las bolsas en mano y tras haber cerrado el coche, cerré los ojos y tomé aire, miré a mi alrededor y sonreí. No era cosa de la brisa, tan sólo era yo, sintiéndome en casa.

-Buenas noches-saludé a una pareja joven que había sentada en el porche.

-Buenas noches-me devolvieron el saludo poco antes de pasar por su lado.

DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proceso de corrección)Where stories live. Discover now