II

53 4 0
                                    

Aquella mañana Philip me despertó entre besos... Al abrir los ojos me encontré con aquella mirada fija en mí. Aquellos lagos de chocolate, profundos y brillantes...

-Buenos días-susurré yo, intimidada.
Sonrió ampliamente, dejándome ver su perfecta sonrisa.

-Sonrojada desde tan temprano?-me tapé la cara con las manos haciéndolo reír- Nerviosa por convertirte en mi mujer?

Usando ahora una única mano para tapar mi rostro, elevé la otra frente a él para mostrarle los hermosos anillos de mi dedo anular.
Tomó mi mano y la besó, provocando que apartara la otra para poder mirarlo a los ojos.

-Se podría decir que soy tu mujer desde el primer día en que te vi, por lo que no-sus miradas...

-No te vayas nunca de mi lado, por favor-dijo sin dejar de mirarme fijamente a los ojos.

-Promete no hacerlo tú.

-Te lo prometo-me besó como solo él podría hacerlo.

Pasamos varias horas entre los brazos el uno del otro, cómo pretendiendo llegar lo menos virginal posible al altar, dejando como lo único puro nuestro amor...
Acariciaba mi cuerpo con cuidado, como si su tacto pudiera dañarme... Ambos, uno frente al otro mirándonos fijamente a los ojos, yo con la cabeza apoyada en la almohada y él con la suya sobre la palma de su mano, dejando todo el peso sobre su codo. Su tacto me hacía cosquillas mientras rozaba mi cadera, mi vientre, mi brazo...

-No sé si a ti te pasará-comenzó mientras rozaba con sus dedos mi mejilla-Pero cada mañana al despertarme y verte junto a mí, tengo la sensación de estar viéndote por primera vez-fruncí el ceño sin entender, lo que lo hizo sonreír divertido-Acaso ya no recuerdas mi confesión de que me robaste el corazón desde el primer día en que te vi?-no sonreír me fue imposible.
Me eché sobre él para besarlo como si no hubiera un mañana...

-Chicos estáis visibles?!-gritó Alex desde el piso de abajo provocando nuestras risas. Estábamos echados en la cama, Philip con la espalda y la cabeza sobre el colchón y yo usándolo a él como almohada.

-Define visible!-respondió Philip haciéndome reír, al igual que a Alex, a la que se le escuchó fácilmente.

-Sois unos marranos. Venga arriba, que tenemos que irnos a casa de tu padre-dijo solo, provocando nuevamente nuestras risas.

Horas antes

Yo temblaba como una hoja de puro nerviosismo mezclado con euforia y las ganas locas de llegar ya al hermoso museo en el que habíamos decidido casarnos finalmente.

Las chicas reían mientras Tirisha, Diana y Anthony las terminaban de maquillar. Las niñas bailaban dando vueltas con sus vestiditos a juego, solo por hacer que el vuelo del mismo se levantara con el movimiento... Se veían hermosas... Y bueno, luego estaba yo, que sería la última en sentarse para que me maquillaran y prepararan...
De mientras ahí estaba, de pie frente al ventanal de la terraza, con los enormes rulos en la cabeza y una bata de seda blanca cubriendo mi cuerpo semi desnudo, de no ser por la delicada lencería de encaje blanco. Me agarraba las manos como si me fuera la vida en ello, mientras observaba todo a mi alrededor...
Sí, sin duda temblaba como una hoja.

-Meg, por quedarte ahí de pie no vas a crecer un par de centímetros más antes de tu boda.

-Gracias por la observación Frany-dije haciéndola reír, no por la contesta sino porque le divertía la idea de que ya las diferenciara y aún estando de espaldas a ellas, supiera quién me acababa de hablar.

-Estás nerviosa?-al mirar a mi lado, me encontré con la dulce mirada de mi hermosa cuñada. Asentí con la cabeza.

-Muchísimo.

DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proceso de corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora