II

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Al abrir los ojos, la tenue luz matutina entraba por la ventana, dándole un tono azul ceniza al entorno.
Había dormido bastante poco.

-Vaya- pensé.

Algo había cambiado. Me encontraba de espaldas a la puerta y a la butaca en la que descansaba Philip, por lo tanto pude ver con claridad que ahora tenía compañera de habitación. La chica debía estar despierta, o eso o era masoca en lo que a cómo dormir se refiere, puesto que la cama estaba inclinada, pareciendo una tumbona más inclinada que de costumbre.
Sus brazos descansaban a ambos lados de su cuerpo y del que me era posible ver, su mano estaba vendada y de ella, tanto el anular como el corazón estaban inmovilizados con una férula.
No podía verle el rostro, ya que aún apoyada en la almohada miraba hacia la ventana. Tan solo me era posible observar su cabello castaño casi rubio cayendo, en una corta cascada de cabellos perfectamente lisos, sobre su hombro. Por el resto no se diferenciaba mucho a mí, vestía una bata azul celeste pálido y su cuerpo descansaba entre sábanas desordenadas y enredadas.

Oí como la tela de la butaca se quejaba cuando Philip se movió. No sabía si aún seguiría durmiendo, por lo que me giré sobre mi propio cuerpo para averiguarlo. Sonreí al verlo despierto, viendo algo en la pantalla de su móvil. Se había cambiado de camiseta, a la madrugada aún llevaba la camiseta gris de todo el día, pero ahora llevaba una color azul marino un tanto más clara que la tela casi negra del sillón en el que se encontraba, los bordes tanto de las cortas mangas como de la camiseta en sí eran blancos. La camiseta era ceñida por lo que dejaba a la vista cada curva, por leve que fuera, de su musculatura juvenil y perfecta.
Me dedicó una sonrisa radiante.

-Buenos días princesa- dijo dejando a un lado el móvil y acercándose para darme un corto pero dulce beso.

Ya me cobraré besos más prolongados en casa- pensé divertida.

-¿Tienes hambre?

-Ahora que lo has dicho, sí- rio de forma dulce.

Me acercó una bandeja que había sobre la mesita que había a mi lado.

-¿Cómo es que la gente se queja de la comida del hospital?- pregunté mirando con dientes largos lo que había sobre la bandeja, mientras me sentaba. Philip rio.

-Créeme, tú también lo harías- lo miré sin entender -Es de la cafetería. Si quieres ver tu desayuno, mira en la basura- dijo señalando la papelera que había junto a la puerta. Tuve que reír. Se sentó nuevamente en la butaca.

¿Qué cómo primero? ¿El cruasán mixto? Algo que Philip sabía que amaba. La manzana, el zumo de naranja, el yogur o la magdalena?- pensé.

-Sabes que por más que la mires, la comida no volará hasta tu boca, ¿no?- reí entre dientes.

-Jo y yo que tenía la ilusión- reí mirándolo -Te daba con la almohada pero necesito recobrar fuerzas primero- rio ahora él.

Lo primero que tomé fue un trozo del apetitoso cruasán. Mientras masticaba busqué con la vista la botella de agua. La encontré en la mesita, pero estaba vacía

-Lo siento. Me levanté muchas veces durante la noche- se disculpó Philip dejando nuevamente el móvil a un lado, para luego ponerse en pie.

-No, es igual, me tomaré el zumo- dije extendiendo la mano hacia él, la cual tomó entre las suyas antes de besarla.

-No me cuesta bajar a por una- dijo acariciándome la mejilla -Vuelvo en un minuto ¿vale?- asentí apenada. Salió de la habitación.

Al parecer desde que en la madrugada anterior había logrado dormirme, él se había desvelado más de una vez, lo que quería decir que la vez que me desperté, había sido una de las pocas que había logrado mantener el sueño.

DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proceso de corrección)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang