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Al despertarme, lo hice con una extraña quemazón en nariz y boca. No se escuchaba nada, tan solo un leve pitido intermitente proveniente del monitor y el susurro refrescante del ventilador a mi lado. 

La habitación estaba pintada en un vainilla oscuro. Era pequeña, con un sofá de cuero marrón frente a la camilla y un sillón del mismo color y tela junto a esta y el alto ventilador. A mi derecha, cerca del sofá y en la misma pared del sillón, estaba la puerta. A mi izquierda habían grandes ventanales por los cuales desde mi posición solo se podían ver las partes altas de unos pinos, el cielo, algunos tejados marrones y el muro de ladrillo del propio edificio. Philip miraba por uno de los ventanales.

-Phil...-tuve que tragar saliva con dificultad antes de poder decir bien su nombre-Philip-se giró de inmediato para luego acercarse y besar mis labios con suavidad. Al apartarse pude ver sus ojos rojizos y lacrimosos.

-Cómo te encuentras?-me preguntó en un hilo de voz sin dejar de acariciar mi cabeza. Su mente parecía gritar, llena de miedo, tristeza, preocupación... todo mezclado con la voz de un hombre, pero todas las frases se unían entre sí y no entendía nada. Y tras todo aquello, su voz, que parecía debatirse por algo realmente importante.

-Qué ocurre?-pregunté tocando su mejilla. El cogió mi mano entre las suyas y la besó. Me desgarraba el alma el gesto tan triste que tenía. Su mente calló de repente. Fruncí el ceño ante aquello-Lo has hecho tú?-pregunté refiriéndome al repentino silencio de su mente. El sonrió con tristeza y algo de diversión.

-Te dije que le había pillado el truco-dijo tan solo. Fui a incorporarme, pero él me detuvo agarrándome por los hombros-Debes descansar.

-Qué ocurre?-dije cada vez más nerviosa. Hizo el ademán de negar con la cabeza pero lo sustituyó por un hondo suspiro.

-El embarazo te está haciendo daño-dijo rozando con el dorso de sus dedos mi mejilla, como quien roza una escultura de arena que comienza a secarse.

-Cómo?-no entendí.

-Está... Es...

-Dime-lo insté.

-El médico dice que el pequeño se desarrolla deprisa, nada alarmante o extraño, pero es bastante más grande de lo habitual y tú sin embargo estás muy delgada y apenas se te nota el embarazo. Eso sí que le resultó extraño. Te han hecho pruebas y...-su gesto era ahora de no entender lo que estaba pensando-Tienes anemia... grabe... y principios de desnutrición y deshidratación... y... tu cuerpo parece no recibir oxígeno correctamente.

-Pero... Entonces el niño puede...-sentí miedo. Un miedo pesado y doloroso y parte de culpa la tenía aquella triste mirada achocolatada-Puede morir por mi culpa-no fue una pregunta.

-No!-se apresuró en decir-No-dijo ahora casi en un susurro-Tú puedes morir por la suya Meg. Lo realmente extraño es que él está en perfecto estado-ahora el miedo lo vi en sus ojos-Te roba la salud Meg-su voz...

Se apartó de mí para acercarse al ventanal nuevamente llevándose las manos a la cara para frotarse, mientras sorbía el aire con fuerza.
Noté un leve movimiento en mi vientre. Lo miré sin atreverme a tocarlo. Luego como quien perdona una vida, lo acaricié.
Me incorporé y no sin sentir dolor, me quité las vías y cables. Philip se giró asustado por la muerte falsa que anunció el monitor.

-Meg qué haces?-se acercó para sostenerme, ya que me había apeado de la cama y había tenido que volver a agarrarme a ella para no caer al sentir que se me nublaba una vez más la vista, pero se me pasó deprisa. Aún así para cuando se me pasó, Philip ya me había sentado en la camilla. Ahora estaba frente a mí, sosteniendo mi rostro entre sus manos.

DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proceso de corrección)Where stories live. Discover now