IV

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Después de eso, el viaje fue bastante entretenido. Poco antes de disponernos a parar por petición mía para que Philip descansara un poco y se refrescara, Alex me volvió a llamar pidiéndome que le enviara mi lista de contactos para comenzar a mandar invitaciones. Para comenzar en definitiva con los preparativos de la boda, lo que me sorprendió porque aún era pronto.

-Pero Alex, aún es pronto, no crees?-pregunté con el teléfono pegado a la oreja y mirando como Philip se desviaba de la carretera por un camino terroso que dividía una extensa arboleda. Al parecer era un pequeño espacio protegido, algo que no me hubiese esperado por aquella zona, aunque, dónde mejor?

El paisaje desde que estuvimos en el "punto caliente" de la carretera, había cambiado a un verde intenso aunque en gran parte llano. Muy de vez en cuando se daba el caso de encontrar arboledas como aquella, por pequeñas que fueran, parecidas a pequeños bosques.

-Cuanto antes nos quitemos las invitaciones de encima mejor, créeme.

-Alex... Si no fuera porque confío más en tus métodos que en los de tu hermana...-oí su risita-Esa risa ha sonado de todo, menos confiable-dije fijando la mirada en un cartel de bienvenida al lugar, del que no me dio tiempo a leer más que AREA PROTETTA, es decir, zona protegida.

-Qué dices, no creerás que quiero los números para otra cosa?

-No digo eso, es que...-si no seguí hablando no fue por otra que el embobamiento que me estaba causando aquel lugar, más bello por cada metro que recorríamos. Detuvimos el coche junto a otros tres, un mercedes de aspecto lujoso, un 4×4 en un casi impecable y reluciente color negro de no ser por las salpicaduras de barro tanto en las llantas como en el propio guardabarros y un pequeño y viejo escarabajo en un aunque pálido, impecable amarillo. En éste último se acababan de subir tres chicas vestidas de manera sencilla, las tres bellas, de piel bronceada. Solo cuando detuvimos el coche, reparé en la niña que había detrás junto con una de ellas.

-Meg, estás segura de querer casarte con Philip?-volví a la realidad dándome de bruces sin que nadie me hubiese tocado.

-Qué pregunta es esa Alex?-pregunté llevándome nuevamente el móvil a la oreja, tras haberlo mirado como si él tuviese la culpa de las palabras que mis oídos acababan de escuchar.

-No te enfades Meg, lo digo porque has dejado ese "que" en el aire... No sé, lo habré entendido mal-la puerta del copiloto se abrió. Philip me miraba interrogativo desde arriba.

-Pues sí, muy mal entendido-dije saliendo del coche y poniéndome de puntillas para robarle un rápido beso a mi chico como agradecimiento por su constante atención.

-Vale fiera, pues perdone usted.

-Perdonada. Ahora quito ese "que" del aire y lo traigo de vuelta a tierra, pidiéndote que me digas si en realidad lo único que quieres es el número de Carlos-dije cogiendo mi bolso. Philip me miraba divertido, aunque sin entender mucho.

-Bueno... Vale.

-Lo sabía!-dije triunfante al saber desde el principio que por organizada que fuera, aquello no tenía mucho sentido, más que nada porque aún no teníamos del todo claro quienes irían a la boda religiosa, para la que por cierto, tendría que bautizarme-Bueno, pues luego te la mando que estoy muy ocupada echándole los tejos al guaperas este de aquí al lado-bromeé mirando a Philip de reojo, quien cogía sus gafas de sol de la guantera. Tuvo que mirarme y reír.

-No, por lo menos el de Carlos. Él no sabrá qué es el único número que me has dado-me suplicó.

-Lo cierto es que esta vez no es cosa mía. A no ser que Philip tenga su número, tendrás que comerte las uñas hasta que lleguemos a la finca-oí como chasqueaba la lengua, lo que me hizo reír-Por qué tanto interés?

DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proceso de corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora